...le di un tiro al policía y salí corriendo, en ese instante que hacer?. Mientras corría pensaba, que le había pasado al policía, que es lo que soy. Eso es horrible, detener tu mente para pensar si soy una asesina como aquel infeliz que mato a mi abuela. Es desesperante no saber quién es uno o que fue lo que te paso para hacer cosas que ni pensabas hacer en el pasado.
Encontré un casa abandonada a unas veinte cuadras de donde todo había sucedido, me escondí allí por unos días, encontré una radio con pilas la prendí, busque una frecuencia y allí me encontré con algo que creo que ningún ser humano quiere encontrar en un programa radial de noticias, mi nombre, el nombre de una asesina, me buscaban en todas las ciudades, localidades, provincias hasta en los países limítrofes. Me entre a desesperar al ver fotografías mías en primera plana de los diarios locales, diciendo que deje al pobre policía en coma y que mate a mi abuela, la verdad
me sentí con mucha culpa, con dolor ese dolor inexplicable que corre por las venas, va de la cabeza hasta las puntas de los pies y su recorrido termina en el corazón, corazón roto por el dolor
de matar.
Al día siguiente me entere que el policía había fallecido.
Tuve tres posibilidades, me mataba, seguía prófuga como una verdadera asesina o me entregaba y sufría como la familia de ese pobre policía. Fui hasta la estación de policía mas cerca que encontré y me entregue, creo que fue lo mejor que hice en toda mi vida, sentí como ese dolor reparaba el corazón roto.
Llego el día del juicio me declare totalmente culpable del crimen de mi abuela y del policía, de todas formas yo no había matado a mi abuela, me dieron veinte años de prisión por doble homicidio. Me jure a mi misma que el día que salga iba a vengar la muerte de mi abuela.
Dicho y hecho, salí de la cárcel con unos veinte años más y veinte arrugas mas si no eran más. Al instante de que salí por ese enorme portón que rodeaba toda la cárcel, fui en busca del asesino de mi abuela...
CONTINUARA... |