Los pedazos de carne azotan a la tierra, la callan y la censuran consecutivamente a reprimirse a su pasado.
Ella mira y amenazaba con palabras estúpidas. El celular no sonaba. Y el otro miraba temoroso.
¿ Qué hacer ante la inseguridad masculina ?. Ella debía ceder.
Pero la tierra volvía a azotarse con las carnes de antes, magra, podridas en las manos del carnicero que sin vacilar levanta su cuchillo y las hace callar sin siquiera pensar que hay más gente observando el espectáculo.
Al final, un silencio que duró 2 minutos eternos e insistentes, dignos de nada. De aquello que absolutamente nadie volvería a reclamar ya que todos tenían miedo. Miedo de ellos mismos, miedo de no saber que ellos pueden golpear, mutilar y acallar todo lo que nunca tendrán.
Era su secreto. Era nuestro secreto.
Texto agregado el 02-05-2009, y leído por 65
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Lectores Opinan
02-05-2009
Un gran secreto compartido, bien.Saludos desde Iquique Chile. ex_de_mitsy
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