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No era más que un día promedio al de todos los días. ¿Se acuerdan de la semana de exámenes de la universidad? Sí, esa semana en que uno parece un ente, que camina como jalado por una carreta porque ni el cerebro quiere pensar un poco más de lo necesario. La semana en que nos gobiernan los cafés y las noches en vela. La semana en que tu cama y tu almohada te extrañan no menos que tu familia y tus amigos. Ni el celular suena, ni el teléfono. Y si lo hacen, sólo timbran a lo lejos. Uno está metido en un rincón de no sé dónde, tratando de hallar la posición exacta para no tener que interrumpir el estudio. En que los lápices y textos estarán siempre a la mano para evitar el levantarse y tener que volverse a acomodar.

Era un día promedio de la semana de parciales. Iba ya un par de días sin pegar el ojo. Las ojeras literalmente andaban entre el mentón y la papada y seguramente seguirían bajando un poco más. Era Martes. Maldición. Recién es martes... faltan tres días más. Faltan 4 exámenes más. Y siempre la voz de la conciencia que te habla cuando menos la quieres oír, te dice: “No te olvides que también tienes que ir a trabajar”. Qué linda es la vida, no lo crees? Y echas a reír con una patética y triste mueca que te lleva al borde del llanto.

Uno anda saliendo del examen más parturiento de hace muchos ciclos, con el ánimo en el suelo, las ojeras en el mentón, el lapicero en la boca, la tez pálida, la ropa impregnada a humo de cigarro, y avanzando como zombi hacia la cafeta a buscar la cuarta taza de café del día. Son las 9 y media de la mañana. En eso, una llamada. Tu jefe, que pregunta por qué no has llegado a trabajar. Y tú, sin un ápice restante de paciencia, quieres mandarlo al soberano carajo y que se vaya a freír monos en la misma mierda. Pero tienes tantas fuerzas que sólo alcanzas a balbucear un tímido Ya estoy yendo. Él, que no sabe que por dentro acabas de talar a machetazos a todo su árbol genealógico, te dice OK y cuelga.

Salgo de la U y camino al paradero. Bueno en realidad en el Perú nadie camina al paradero porque los microbuses paran donde uno está. O sea que el paradero lo hace uno donde se le antoje. Ni siquiera sacas la mano para llamar a un microbús, combi, pecera, guagua, ómnibus, trolebús o como quieran llamarlo, y cuatro combis paran y abren la puerta se baja el cobrador y te jalonea del brazo para que subas donde él. Y bueno pues, subes. Durante los 40 minutos de camino maldices que todavía es martes y quedan cuatro exámenes. Sacas tu calculo de en qué momento será mejor tomar un siesta para después estudiar de corrido. Total, ya voy como 30 horas sin dormir, y fácil aguanto 20 más. De ahí duermo 3 horas, me levanto y me amanezco una 30 horas más. Perfecto

Por fin llego al paradero. Bajo mientras comento en voz baja ¿Perfecto? ¿Dónde mierda está la perfección en eso, ah? Cochina universidad que me manda a leer como condenado. Estúpido yo que no puedo ni siquiera ordenarme en mi estudio. Maldito sea mi jefe y toda su camada que ni un respiro me da. Apestoso microbús que no tiene asientos cómodos. Trabajo de mierda, ni siquiera me pagan bien y claro, son los primeritos en joder que el horario y la responsabilidad que graba tus cuñas y tus promos. Que la programación del domingo y no se qué tantas cosas. A ver, ¿cuándo me dan algo a cambio eh? Pero no pues siempre la misma cagada. Y todavía que tengo que llegar a mi casa en la tarde y morir estudiando un curso que seguro ni me va a servir.

Camino mirando el edificio de mi chamba, maldiciéndolo con los ojos entrecerrados y los dientes apretados, como esperando algo que mejore el día. Cualquier cosa que no me haga agarrar a cabezazos a una pared o empezar a tirar de patadas y puñetes al aire. Miro al edificio con rabia y ansiedad. Rabia de no tener que ir y ansiedad de que tal vez Osama Bin Laden haya guardado un último avioncito para empotrarlo en el frontis del edificio donde trabajo. Algo, mierda, cualquier cosa!!! Y llego con el hígado hecho paté, paro en la máquina de café y me compro el quinto del día. Entro y saludo, y el huevón éste, o sea mi jefe, está con una sonrisa anchísima, bien bañadito, con el pelo engominado, oliendo rico, descansado, feliz, jovial, jajaja por aquí, jajaja por allá. Y yo, cochino, cansado, harto, con la vena que me salta de la sien, que me late el ojo del estrés, con el hígado hecho paté, sin bañarme desde ayer, apestando a pucho y café. Estoy a punto de mandarlo a la mierda cuando me dice, te tengo una sorpresa. Y yo que lo único en lo que puedo pensar es en que me sorprendan con una cama de dos plazas y cuarenta mil almohadas, una cobija y mi peluche de Bob Esponja, le digo ¿sí? ¿A ver?

Mira hacia atrás mío y dice, adelante Maestro. Por dentro mi cerebro no atinaba ni a dar la orden de voltear pero, por instinto, lo hice. Al darme vuelta, no pude ni hablar. Se me cayeron los papeles que tenía en la mano, el quinto café siguió el mismo camino, mis ojos no podían abrirse más. Mi corazón saltaba del pecho como nunca antes. Quise gritar, llorar, dar vueltas corriendo por todos lados, qué sé yo. Sólo atiné a quedarme ahí, atónito, sin hablar, sin poderme mover. Era el genio en persona. Joan Manuel Serrat ahí, parado a medio metro. Con la mano estirada a la espera de que la estreche. Lo saludo aún en shock, no he podido todavía hilar UNA sola palabra. Sonríe cortésmente, se acerca, como queriendo decir algo. Y yo, que espero a ver qué dirá este GENIO. Qué será lo primero que me diga a Mí y que recordaré por el resto de mi vida. Y con su inconfundible acento español, se acerca lentamente y me dice: “Hey, dónde está el baño?”

Atiné a señalar la puerta del corredor mientras dice “vuelvo enseguida”. Yo sonrío y me siento a esperar que el genio haga lo que todos los mortales tenemos que hacer, para empezar la verdadera conversación con, el ahora seguramente más aliviado, Joan Manuel.

Texto agregado el 24-05-2004, y leído por 381 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
02-09-2004 manuel. tienes el bicho. hay un monton de recursos maestros. como lo de talar a machetazos a todo su árbol genealógico y lo del higado hecho pate y lo del contraste de wadas como lo de bin laden y lo de bob esponja. dale sduv31
25-05-2004 Acuerdate que despues de todos esos cafes y papeles desordenados llega el sabado con mil falditas y los amigos con mil chelas más. komodo
 
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