En medio del silencio que los rodea, irrumpe una fuerte brisa, moviendo las ramas de los árboles, haciendo este escenario un poco más tétrico de lo que ya es.
Después de la espera, y de la confusión. Luego de tanta incertidumbre recuerda el dolor del ayer, al verse nuevamente de esa manera.
Deja de lado la ternura y la calma que lo caracterizan y se pone firme.
Sabe que todo lo que ese “yo” representa no puede seguir existiendo.
Extiende sus manos queriendo alcanzarlo.
Toma la determinación que necesitaba y tira del gatillo con total seguridad.
Sin mayor estruendo que el de la bala violando el silencio por unos segundos termina una larga batalla. Una batalla tan larga que había durado mil años en un solo día.