Se sento en el banco, un lugar donde al parecer a nadie le molestaba su presencia. Iba a llorar, estaba dispuesta incluso a ponerse a gritar con tal de sacar esa sensación de vacio que llevaba dentro. Había subido demasiado rápido, ese era el problema, y ahora estaba debajo del todo donde los recuerdos de la cima parecian mentiras y sueños. Se pensó dos veces lo de llorar, desentonaría muchísimo sus lágrimas con el soleado dia que parecía reirse de ella.
Ya habia echo esto otras veces, asique lo proximo era poner la cara entre sus rodillas y preguntarse porque nada había salido como se lo esperaba. Lo más curioso, es que, como las otras veces, sabía que no hayaria respuesta. El simple hecho de preguntar en voz alta la confortaba y al mismo tiempo la sacaba de quísio.
Después de varios minutos en la misma posición, acabo por darse cuenta de que no habia derramado ni una sola lágrima. Eso, lo que unos llaman frialdad, la niña lo vió como una gran virtud.
Decidió crear sus normas, ya nadie la pararía. Nadie haría de obstaculo en su camino. Ella lo sabía, se lo merecia... y ellos, que eran los culpables de su frialdad, serian su escalera, uno a uno irían cayendo y ella los pisaría fuerte y arrancando un trozito de cada uno con su tacón. |