Nunca creí que iba a ser tan difícil. Siempre acostumbraba sacar resultados positivos (aunque fueran pocos) con un mínimo esfuerzo. Decir que la vida es difícil es una barrabasada. La vida es muchísimo más que eso. Y si dicen que más sabe el diablo por viejo que por diablo, mientras mas vieja me pongo, mas me doy cuenta, y entre otras cosas, mas diabla.
De ser un toro pase a ser oveja. A este punto no se cual es peor. Pensando sobre este año, que pronto va a acabar, me doy cuenta de todas las emociones que sentí. Suspiros. Siempre suspiros. Lagrimas, a veces lagrimas. Sonrisas, muchas sonrisas. Rabia, conmigo y con otros. Lo que logra asombrarme, es la confusión. Esa ignorancia me supera. Nunca faltó la frase “Soy una idiota, como no pude contestar eso” o, “Que profesor mas injusto, las pruebas orales son tan subjetivas”. Pero entre estas frases hay una que va mas allá de mi, que me ha hecho cuestionar todo, hasta en casos mi existencia.
“¿Que estoy haciendo aquí?” A como se imaginan, dependiendo de mi estado anímico, las respuestas varían. En algunas circunstancias, pienso que no me merezco estar donde estoy, que soy una pobre ignorante. En otros casos, pienso que puedo con esto, que solo es una etapa, y que la voy a superar. Desafortunadamente, son mas las veces que pienso que no puedo. Sin embargo, no me veo haciendo nada mas que esto.
Esforzarse tanto y fracasar en el intento no es mi idea de felicidad. Y estoy seguro que muchos están de acuerdo. Y entonces en mi lucha por encontrarme, pienso que vale la pena. Con el tiempo creo que todo el esfuerzo se va a ir pagando por si solo. Que a pesar de todo, lo importante es no darse por vencida y ante todo, ser positiva.
Todo pasa por algo, ¿no? Hace un año esta visión de la vida era completamente negativa; darme por vencida era siempre el camino tomado. Crecer, mejorar, es todo parte del camino. He dado un paso para adelante, y talvez dos para atrás. Por lo menos ahora voy derecho y no en retroceso. Para algo tengo que ser buena, solo que todavía no sé para que.
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