En estos tiempos de todo tipo de contagios, donde todo se aferra a todo, no hay distinción de raza con respecto a enfermedad y amor, en estos mismos tiempos en los que habituamos vernos, deberiamos terminar de crecer juntos, la similar infancia nos trajo hasta acá y nos dejó a la par.
Sucede que las soledades son inoportunas, aparecen y se van cuando quieren dentro del tiempo y espacio, de todos modos tu nombre es mi nombre, el mío es el tuyo y así todo nuestro cuerpo intercambia información a su debido momento.
Primer almohada compartida,
primera declaración de amor, rotundamente decidida a ser fuerte, es el primer paso que damos desde aquel que nos enseñó a caminar, mientras se dibujaba el porvenir de la infancia que nos une hoy en estos tiempos violentos, desfachatados de escrúpulos.