EL REFLEJO AMARILLO CON PELOS PROFUNDOS.





(La manía de sentarme junto a la ventana)




Remolino de hojas,
garabato verde
de tono gris-marrón,
observe en el centro
del jardín de la casa
con el arbusto ausente,

los cortó el jardinero
del parque donde viví,
había mucho sol (verano de 1,993)
no había disfraces,
el maniquí con ojos de vidrio
(¿pulido-molido-podrido?)
y zapatos en punta.

El reflejo amarillo
con pelos profundos,
tal vez era el cenicero
donde sentenciaba los cigarros,
no,
era la barba del espejo
el padre de la infancia
el muro de la iglesia
el camino de la conversación.

La balada del sol poniente
tenía la cuerda lisa
templada de la guitarra del sueño:

”la melodía de la niebla
antes de surgir el día que empezaba
con la butaca ausente,
el individuo que estuvo allí
sentado a solas,
la conversación con el espejo

la sonrisa del día
la lluvia sin paraguas
los pantalones sucios
sin un centavo
la manía de sentarme junto a la ventana”

Ahora miras el reloj
son las seis y media,
oscurece el charco
las medias mojadas
las velas
el dormitorio
los sueños
el crucifijo
la existencia de Dios
colgado detrás de la puerta,

la madera labrada
de rosas impresas, (en la memoria)
en la silla donde estaba sentado
con el cigarrillo en la mano nervioso
(¿en la mecedora o en la sala?)
junto a la ventana
observando el patio,
las manecillas del reloj
que daban las dos y media,

era otro día,
era otro otoño mejor,
el pasadizo de la felicidad
sin el funeral del reloj
descolgado detrás de la puerta
actual del dormitorio
en vez del crucifijo.