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El problema es que Florcita disfruta contradecir a su madre. Nunca pudo emanciparse de esa actitud adolescente, que en fin, la había heredado de ella. Tenían una verdadera relación de madre e hija, y a veces era de hijo-madre, hija-hija, madre-madre, amiga-amiga, y todas las combinaciones que están al alcance de dos mujeres que mutan a una velocidad impensada para el común de los mortales.
Florcita estudia medicina, más bien se sienta en el pupitre. Tiene el record de re-cursada de Histología y Anatomía. Ni sus compañeros, ni el imbécil del profesor se dan cuenta que es por puro placer que lo hace. Pasaron tres años desde que el centro de estudiantes le organizó una fiesta en su honor, fiesta a la que no fue. Aunque, que ironía que sea el centro de estudiantes el que festeje el no estudio, pero “así estamos”, cualquier razón es buena para que los dinosaurios que están ahí adentro hagan otra cosa aparte de tomar mate. Debería hacerse una excepción al llamarlos dinosaurios, lejos están de la extinción.
Ella se las rebuscó para que no haya obstáculo alguno que se interponga durante su visita nocturna a los tanques de formol de la Facultad, ahí descansan todos sus novios, amantes y esposos. ¿El guardia? Ya se habían cruzado sus cuerpos y no hubo nada que pudiera frenar tan carnal acercamiento. Imagínense que el cuidador pasa nueve horas encerrado entre bañaderas llena de muertos y ella tiene una obsesión por los marroncitos “seres”. Así fue que consensuaron un intercambio de favores, se podría decir que ella usaba al guardia, ella no creía en el amor entre seres vivos. Realmente estaba enamorada de Oscar, el del tercer tanque, y nada se lo iba a impedir…menos un guardia.
En el barrio le dicen Flora, tanto a la madre como a la hija, un sobrenombre que viene de un dicho popular. Parece que es una alegoría a la historieta que tuvo con el de la gomería, era ese o el de la casa azul, no recuerdo bien. Pasa lo que pasa siempre en un barrio chico, te conocen más de lo que te conocés vos mismo y Villa Perla no era la excepción. ¿A quién se le habrá ocurrido tal nombre para tan espantoso lugar? Lejos estaba de describirlo, es más, lo más lindo es el nombre.
El único que sabía las andanzas de Florncita durante la noche era un tío lejano, medio intelectual. Una vez leyó Pedro Páramo y a partir de ahí a todos y a todo lo relacionaba con su (único) libro de cabecera. Hacía abuso de su singular sentido del humor, a su sobrina le recomendaba que debería irse a vivir a “Comala”, donde seguramente sería feliz. Pero ella no solo no entendía la broma, sino que se cansaba de buscar la ciudad en el atlas. Tal era la obsesión por el libro, que se hacía llamar Pedro, también es cierto que no soportaba el apodo que le habían puesto durante su adolescencia los chicos de la plaza; debido a su postura lo llamaban “el golfista”. El torso inclinado 30 grados hacia adelante y los brazos colgando, como si estuviese a punto de concretar el último golpe de un gran torneo, hacen que su sobrenombre sea el adecuado. Sin embargo, en el trabajo lo conocen por otra de sus cualidades, lo distinguen por su obsesión por evitar que se le baje la bragueta. Ahora, si unimos ese comportamiento con la inclinación del torso… las manos quedan en posición perfecta para impedir que el cierre no cierre completamente. Pero no es una acción recomendable para un ginecólogo, imagínense que entre que sale una paciente, ingresa la otra, revisa y durante la devolución no resiste el comprobar si la bragueta osó bajarse un centímetro. Había elegido bien trabajar para una prepaga, desfilaban pacientes, pero nunca dos veces la misma. Eso no era un problema, y hasta le permitía repetir sus bromas, pero sólo causaban una especie de psicosis en las receptoras que no entendían por qué las llamaba Dolores[1]. En realidad no entendían si se refería a su salud, al diagnóstico o a un estúpido sobrenombre.
Todo continuó en forma automática, pareciera una vida programada con un sistema binario que no permite variaciones. Bueno, Florcita decidió cambiar los días de visita a los tanques, pasaron de ser nocturnas y clandestinas, a las tardes de los días nublados. Estaba convencida de que la gente se apura para volver a la casa antes de que llueva y no se percata del olor a formol, por más que insista con el argumento en que es el olor a los cigarrillos mentolados. Pero de noche era más sospechoso y aunque ella lo niegue, el guardia le reclamaba nuevos favores que no estaba dispuesta a darle por considerarse una persona fiel.
Tardes nubladas sobraban, las que caían lunes eran especiales porque llevaba una copa, letras y era la forma que tenía de tratar de comunicarse con Oscar. Hasta el día de hoy, insiste en que una de las virtudes de la relaciones era, justamente, la comunicación. Generalmente le gustaba colocarlo sobre una camilla, en otra preparaba el círculo con letras y la copa, de esa forma “lo veía mientras hablaban”, algo ideal para las cenas románticas que solían tener.
Las tardes de los domingos se transformaban en un calvario, obligatoriamente se juntaba a comer toda la familia, es decir: madre, hija y tío. Tenía terror que su madre sospechara algo de sus incursiones, ya había logrado decirle que estaba saliendo con alguien, pero no era suficiente información para una madre que lo quería “invitar a almorzar el domingo”, algo que desde ya era imposible. El tío no tenía ninguna maldad, simplemente le hacía las bromas de rutina y como era rutina, todos fingían la risa.
Quién sospecharía que sería el cartero el que desataría la debacle o quizás podríamos echarle la culpa al Hospital por mandar los resultados por correo. Embarazo: positivo.



[1] Personaje de Pedro Páramo-Juan Rulfo

Texto agregado el 27-04-2009, y leído por 199 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
13-05-2009 Coincido con el hada, bastante loco y trastornado, poco sutil, pero bueno..muy bueno. el final es abrupto, inesperado. me tomo por sorpresa fede_lo
13-05-2009 nose del final... el cuento llenos de personajes bastante especiales, y una historia de amor extraña; tal vez el humor hace más increíble la situación si la tuvieramos en cuenta como una posibilidad, tal vez habría una historia psicológica bien retorcida... el_hada_perdida
 
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