Bicho,luego de picarme, se convirtio en mi mascota,lo converti en drogadicto, pero aun asi no logro encontrar la calma.
-El lunes 24 de noviembre, armamos un asadito para festejar los 31 años de mi hija mayor, se cumplían ese día 31 años del terremoto de Caucete, que desde San Juan llego hasta Buenos Aires, haciendo temblar muchos edificios de la ciudad, ese dia del año 1977, nacía mi primer hija, que heredo algunos temperamentos del terremoto.
-Mientras estaba entretenido haciendo fuego en la parrilla de la terraza, sentí un pinchazo sobre el dorso de la mano. Sospeche de alguna chispa, pero seguía ardiendo y se marcaba la señal de una picadura. Al rato se había puesto rojo y un bulto considerable se formo en cuestión de segundos, retorciéndose al pie del parrillero encontré al causante.
-Se trataba de una simpática oruga o “gata” peluda como solemos llamarle, que se había lanzado desde la altura de un árbol que da sombra a la parrilla para atacar mi mano.
Pensé que seria conveniente llevarla en una cajita que improvise, para hacerla ver al dia siguiente-. Me llamaba la atención verla quietita, incluso cuando la levanté con un palito para acomodarla en la caja, se la veía como dopada, enroscada en si misma, parecía disfrutar de un singular relax. Al paso de unas horas, se desinflo el bulto de mi mano y se formó una gran mancha morada, que se expandió incluso abarcando mis dedos.
-Al día siguiente llevé la cajita con bicho incluido a la veterinaria del Dr. de mi gata, le conté la historia, reviso mi mano y recomendó que me hiciera ver por un medico-. Unos minutos después estaba en la calle, con la promesa de volver a las cuatro de la tarde a retirar un informe escrito sobre lo investigado. Espere con ansiedad que se hiciera la hora y a las cuatro en punto estaba nuevamente en el consultorio. Esteban, con el aspecto fresco y cordial de siempre, esperaba mi visita con el informe al alcance de la mano. Me lo entregó en silencio, previa aclaración de que estaba todo bien y que el bicho no revestía peligro, mas allá de las molestias ocasionadas-. Observé que me miraba fijamente a los ojos, asi que opte por preguntarle si había algo mas. En realidad si-. Quería decirte que no era extraña la placidez con que encontré a tu oruga-. Te diría que hasta parecía que estaba disfrutando cuando la revise. Encontré vestigios en su metabolismo, que indicaban la presencia de un beta bloqueante, mas una cantidad considerable de Levotril, por lo que te imaginas que estaba en el mas dulce de los sueños-. A eso agregale que no sentiría ningún dolor ya que también encontré diclofenac, lo que me lleva a suponer que a mas de tu mano, debes de soportar alguna de tus consabidas lumbalgias.
-Al rato estaba en la calle, llevaba la cajita y su ocupante para casa, la decisión estaba tomada, la adoptaría como mi futura mascota. En el balcón tengo desde hace muchos años una palta en una maceta de casi un metro de diámetro y de un trabajo pasado me quedaban un par de metros de enrejado plástico-. Arme una especie de cono, asegurado bien desde la base, la parte superior, la sujeté al tronco de la palta y la até con una cinta y un nudo-. Parecía una carpa comanche, luego de liberarlo en su nuevo hábitat, lo bautice con el nombre de Bicho.
- El lugar era inmejorable, tierra fresca, sombra, pastito.
La reja cuadriculada le permitía reptar y entrar el sol, mas la posibilidad de trepar al tronco y obtener una hermosa vista de la calle. Prepare mate y me dedique a observar su adaptación. No se lo veia tranquilo, daba vueltas y mostraba signos de stress. Conseguí un frasquito con gotero y prepare una solución de cinco mg, de levotril mas otro tanto de atenolol-. Al principio me costaba apuntar sobre su cuerpo para volcarle unas gotas. Quedaba planchaba de inmediato, rápidamente se acostumbró a quedarse cerca y quietito, para recibir la dosis salvadora que le permitía descansar. Como le empezo a gustar, yo le daba el gusto. Se habia convertido en "falopero".
-Pensé en quien dice que no es bueno que el bicho este solo, así que me conecte con una casa de mascotas exóticas-. Al cabo de dos horas, datos mediante que obtuve del informe, me entregaron a domicilio una hembrita realmente hermosa. Un poco mas chica que Bicho, con una manchita amarilla sobre el lomo-. La bautice “Mancha”. Vivaz y juguetona, me inspiro inmediata ternura.
-La solté con Bicho, de inmediato ella busco de intimar. Pareció que la cosa iba a funcionar, pero nuestro héroe era un bicho que se las traía. Si lo sabré yo. Con solo mirar mi mano era suficiente. A instancias de Mancha, que se había adaptado rápidamente al medio, jugaron un rato en un intento que pareció amoroso, pero que terminó rápidamente ante los desaires del señor del lugar, que la apartó y continuo con sus tendencias de fuga y su poco disimulable estado de ánimo-. Preparé mate, puse el gotero en mi bolsillo y termo en mano salí al balcón.
-Mancha estaba trepada sobre el tronco de la palta, observando la vidriera de Ricky Sarkani, relajada y feliz, sentí un placer perverso al ver a Bicho dar vueltas y vueltas alrededor de la maceta, buscando una salida que hasta el momento no lograba encontrar.
Andre Laplume Continuará.
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