El sueño de Luis
Dicen que la estrella más lejana se puede alcanzar a pesar de que se encuentre muy distante en alguna constelación perdida en nuestro lindo universo, si luchamos por encontrarla. Así le pasaba a Luisito, quien su mas añorado sueño era ser veterinario desde que tenia uso de la razón.
Luisito vivía en un pueblo lejano de los páramos andinos no muy lejano de la ciudad de Mérida. Sin embargo para llegar a la ciudad tenía que viajar una hora en burro porque las carreteras eran de tierra, y su pueblo provenía de un sitio desconocido lleno de precipicios y lomas inasequibles para los carros, camiones y autobuses. Sabía que en la ciudad de Mérida se encontraba la universidad, pero allí no daban veterinaria. Y como todo niño de 13 años no tenía mucho conocimiento de la geografía y todos los asuntos referidos a estudios.
Desde pequeño tuvo gran inclinación al cuidado de los animales. Tuvo la gran ventaja de que los más viejos del pueblo lo aconsejaban cuando un animal enfermaba, y como debía curarlos. No había muchos remedios antiparasitantes, y muchas vacunas así que Luis recurría a los buenos consejos de estos ya que conocían el remedio de muchas hierbas. Sabía también que el frailejón que se encontraba en la altura de la montaña era milagrosa. Curaba grandes gripes y enfermedades bronquiales. El dueño del boticario hacía un jarabe con esta planta y había curado a muchas personas asmáticas. Y lo mismo ocurría con los animales ya que ellos también se enfermaban.
En cierto tiempo, cuando las águilas sobrevolaban las montañas, un pequeño aguilucho se cayó y se rompió un ala. El pobre no podía volar, y había perdido el rumbo hacia donde vivía su familia. Luis, con mucha paciencia lo cuidó hasta que sanó sus alas. Le daba carne de pollo ya que estos animales se alimentan de carne. Y ya cuando estuvo más fuerte a pesar de que se encariño mucho del aguilucho dejó que este volara hacia el firmamento hasta llegar a lo más alto de las montañas porque sabía que las águilas como los pájaros necesitan de la libertad y no ser apresados en jaulas.
Cuando Luis se hizo hombre decidió con todos sus ahorros asistir a la universidad de la lejana ciudad de Barinas. En la Universidad de los Llanos daban veterinaria. Así que venciendo todos sus miedos salió de su pueblo y decidió aventurarse en sus planes para construir su sueño.
No le fue nada fácil. El no pertenecía a la gran ciudad, y los demás muchachos no eran como él. Él era un muchacho soñador que disfrutaba de un cielo estrellado en las noches, y se llenaba su espíritu de alegría con solo ver un lindo amanecer, y al ver cuando las primeras aves se desplazaban en el cielo. Los demás muchachos solo le interesaban ir a las grandes fiestas en las discotecas, y a veces descuidaban sus estudios. Pero él estaba muy seguro de lo que quería.
Para costearse sus estudios ayudaba en los llanos a cuidar a las vacas y caballos que se encontraban cerca de la universidad. Lo que más le desconcertaba de los llanos era el inmenso calor que hacia en las tardes, el enjambre de zancudos que había cerca de los ríos en periodo de invierno y la gran cantidad de ganado vacuno existente en la región. Sin embargo Luis era muy disciplinado y se gradúo con honores de la Universidad de los llanos.
Él no hizo como muchos graduandos. Luis volvió a su pueblo y ejerció en su pequeño terruño. Pero ya tenía mayor conocimiento del cuidado y enfermermedades que padecían los animales. Así que si ven a un joven recorrer en burro hacia Mérida en busca de provisiones y medicina, ese es nuestro querido Luis que se atrevió a luchar por su sueño y ahora es recordado por los pueblerinos de su localidad como el mejor veterinario de la región.
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