Obsesión de sur
-sur que me absorbe-.
Mis labios desean sabores salados
-sal de océanos profundos
rizos que atan mi pie-
y los buscan obsesivamente
Temblor de mano como cuerda,
como calambre que me enhebra
-rápido paso enganchándome a ti,
demasiado deseo, demasiado grafito-
Búsqueda de palabras roja
-latir de sienes furiosas-
entre sol sin equilibrio, desencajado,
entre escandalosas sonrisas
-saltan de mí a ti-
que retumban como piel de tambor.
¿Pregunta?
Sí, también pregunta obsesiva,
pregunta convulsa, deseo convulso,
boca imperiosa que busca el beso
-beso desabrigado, desnudo,
tan ausente que no está hecho-.
Mi cuerpo se enrosca en sí
-o sobre sí, o sobre la cadera fría,
o sobre el dedo que apunta al sur-
o se extiende y se contrae al momento
de la misma forma que tú fluyes
y al instante regresas a tu tierra
-cuna de sueño, tuyo, mío,
pasión que vuelve
con forma que tintinea-.
Escucha tu silencio.
¿Qué te dice, a dónde te lleva?
A mí me levanta, y en el giro
-vuelo de bucles velados-,
me hace resonar con tu garganta.
¿De que está hecha?
Del beso primero
-boca abierta, airada-,
de tú labio
-fina caricia-
de tus labios
-mordiente obsesión
que no me deja ni respirar-.
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