M Parto

El Autor escribió la palabra “leerlo”, luego un punto final, y el Cuento estaba terminado. Tenía un comienzo enigmático, el Lector no sabría cómo enfrentarlo, ¿quiénes eran esos extraños personajes? ¿Eran reales o sólo vivían en la imaginación del protagonista de la historia? ¿Podría el Lector incluso estar seguro de quién era el protagonista de ese extraño Cuento?

El Autor estaba satisfecho. Le gustaba escribir historias que obligaran al Lector a volver a atrás a intentar descifrar ese contenido escondido. El final era de su agrado, seguía la línea de la narración y cerraba perfectamente el círculo. Leía y releía su creación buscando algo más que agregar o quitar, pero no era necesario, todo estaba en el sitio preciso.

A pesar de estar ya terminado, el Cuento se negaba a ser parido. Se sentía un fenómeno dentro de su tipo, nadie lo querría terminar de leer. - ¿Por qué me habrán escrito tan extraño y casi vulgar? – se preguntaba, mientras se aferraba a la página digital, desde donde no se dejaba copiar ni ser grabado.

- ¡Vamos nuevo Cuento! Eres muy original, nadie querrá dejar de leerte hasta saber cómo terminas – intentó convencerlo el Autor.
- Jamás veré el mundo exterior, no intentes convencerme. Tan sólo bórrame y piensa que nunca me creaste.
- No podría hacerlo Cuento. Eres una más de mis creaciones, y como tal debo quererte y aceptarte.

El Autor precisó sólo de un segundo de descuido del Cuento para presionar el botón de “grabar” y el parto estaba completo. El Cuento había sido expulsado, y fue sólo gracias a ese segundo de descuido del Cuento que tú Lector acabas de terminar de leerlo.

Jota