Una noche, un suburbio, una habitación, un arma y dos balas. Su pecado la hizo merecedora de la primera; el mío me hará merecedor de la segunda. A la primera la impulsará la justicia y el odio; a la segunda el remordimiento y el amor.
Abrirá la puerta, verá el arma en mi mano y no se sorprenderá. Sabrá que porta dos balas y que merece la primera. Se apenará sin embargo por el destino de la segunda. Dejará deslizar una lágrima por una de sus mejillas y sabré que aún me ama. Contemplará la ira en mis ojos y sabrá que aún la amo. Y caminará hacia mí, buscando mis labios con los suyos, aún sabiendo que la bala la habrá de besar antes que yo. Y la alegrará saber que pronto estaré con ella.
Una noche, un suburbio, una habitación, un arma, dos jóvenes enamorados y dos balas. A la primera la impulsa la justicia y el odio; a la segunda el remordimiento y el amor.
Miradas, paz, pena, una lágrima, emociones. Busca mis labios con los suyos y disparo. ¡Morí, puta! Justicia. La bala del odio impacta en su cabeza. La observo unos minutos, inmóvil. Está bañada en sangre y aún así es hermosa. El odio desaparece. Y la amo, realmente amo. Disparo a su corazón y la perdono. |