Llego a mi casa cansado del trabajo porque hoy, la señora Claudia descargo todos los archivos de la compañia en un solo computador y teniamos que entregar unos informes mensuales para la sede principal, pero nos dieron las diez de la noche arreglando lo que en la mañana se habia dañado en dos minutos. Pense que era extraño que dos minutos de la vida de alguien pudieran causar tanto agotamiento y sufrimiento a mas de cuarenta personas.
Estoy agotado y me tomo dos pastillas para dormir. Quiero hacerme una taza de cafe. Saco la olleta, vierto un poco de agua de la llave, la pongo en el fogon de atras que calienta mas rapido. Intento prender la estufa a gas, pero no prende, recuerdo que se ha dañado el encendido automatico y voy por los fosforos que estan al lado de mi cama.
Una libro nuevo, encima de la mesa de noche me distrae, tiene una tapa dura, roja, con bordes dorados, es antiguo, de lomo fungoso y un colofon sencillo, lo ojeo despacio, lo palpo con mis diez dedos. Quizas lo olvido mi hermana, quizas me lo compro mi esposa, voy a preguntarle en la mañana. Intento no hacer ruido para no despertarla. Abrazo a mis dos hijas y las acuesto en su cama. Le dio un beso a mi esposa, porque ha planchado todas mis camisas de la semana, noto, sin hacerle reclamos, que del tarro me hacen falta dos pastillas para dormir.
Son las 4 de la mañana, me despierta un olor extraño, aunque intento moverme, mi cuerpo no reacciona, presiento mi muerte, mi respiracion se hace tenue y veo nublosamente la ventana, miro alrededor y entiendo lo que sucede. En el ultimo instante de mi vida, recuerdo vagamente la estufa, la olla con agua, vagamente el movimiento de mi mano girando la perilla del gas, recuerdo vagamente unos fosforos que nunca encendi y un libro nuevo encima de la mesa de noche que me distrae.
FIN
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