Cinco chicos,dos adultos, dos perros, un montón de plantas...y apareció mi hija con una gata en el bolsillo.

La trajo para mí.Era chiquita y gris, flaca, arisca.Todo un desafío,Flopy.Los primeros días teníamos que limpiarle las patitas esquivando los arañazos.Estaba muy asustada.Los chicos buscaron en un libro con la esperanza de encontrarle una raza;era parecida a todas.A fuerza de mimos le endulzamos el carácter, aunque creo que ella se impuso con su estilo felino para que la aceptáramos tal cual era:unas veces cariñosa, otras decididamente ortiva.

Andaba por la casa aterrorizando a los perros; se les colgaba de la cola, saltaba de arriba de los muebles, se erizaba entera con la cola como un mapache y los pobres animales no se animaban ni a mirarla a los ojos.

Era una reina.Un buen día, su majestad quedó preñada.

Nos dimos cuenta cuando la panza le empezó a sobresalir por los costados;no teníamos mucha experiencia en el tema.Dedicamos mucho tiempo en decidir dónde sería la sala de partos; ubicamos una canasta cómoda,en un rincón oscuro del lavadero, y nos dedicamos a esperar el gran día.

Y de tanto esperar, nos agarró desprevenidos.Una mañana notamos que no estaba en los lugares habituales.Tampoco en la canasta asignada.La señora había parido en un placard.Contamos cuatro gatitos mojados,bastante feos. Y adentro de una bolsa de supermercado, uno muy chiquito,que cabía en la palma de mi mano y no se movía.Cuando ya pensábamos que lo habíamos perdido,chilló suavecito.Lo prendimos a la teta,y de a poquito se fue recuperando.

Comenzó otra etapa en la vida mascoteril de nuestra familia;los nuevos miembros ,tres machos y dos hembras,fueron bautizados como: Pepo,Elliot,Farny,Caracortada y Luchita Gamboa.