No eres lo que esperaba en este día, escritor. No entendí el uso de la coma antes de mencionarte, hasta este momento. No eran tus letras o tu composición de palabras lo que esperaba en este cotidiano intento de leer. Era otra cosa lo que deseaba. Y no la tengo.

Apenas rozo la idea de prestar mi atención fijamente, y mientras tanto sigo con el temor de ser leída, de ser arrollada por la visión de otros escritores y de los lectores que no hablan. Sigo también con el temor de caer en momentos tan repetitivos, pero me enseñaron a usar la coma, y tiene que valer de algo esa enseñanza.

Con pavor de que moleste a muchos con mi música ruidosa en volumen bajo, y que incomode a algunos con mis palabras de doble sentido, siento el deber de narrar lo que viene después de tantos cambios de ritmo mental. Ayer me quejaba de miles de dolores, y de las razones por las que me enfermo todo el tiempo. Tengo que escribirles un fragmento, un poema, o depronto dedicarles un texto como los que escribes tú, escritor.

Te leo, pero no me mantengo. Me distraigo en lo que piensa la gente, y en lo absurdo de lo común, porque todo lo que nos conecte tiende a perder su sentido innato. Lo más obvio se vuelve tan aburrido, que cuando tienes la costumbre de buscar altibajos inconscientemente, como yo, te desprendes de la lectura y divagas. Te pones en una flojera adictiva que encierra tu cerebro en un círculo pasivo. Prefieres callar, a no buscar el pleito más desagradable en un día tan normal como éste. Por eso no me gustan los silencios. Por hipócritas.

Y este ruido me molesta pero me hace dejar el miedo a mostrarme como soy, con mi música y mis notas desviadas del tema principal. No puedo decir que no soy también hipócrita para mantener el ambiente equilibrado, pero sí puedo decir con absoluta seguridad, querido escritor, que tú no escribes ni la mitad de lo que yo esperaba leer para despertarme.

---
Esta obra es publicada bajo una licencia Creative Commons.