Había una vez,( como en los cuentos de infancia )
un hombre llamado José, sesentón, cuya vida había
transcurrido en la nada, cero amor, cero familia,
cero triunfos, cero intereses, que caminando un
domingo por la playa se encontró con una dorada
lámpara, pensó que tal vez tendría un genio
adentro pero al creérlo se sintió idiota,la dejó
en la arena y caminó unos pasos, mismos que retrocedió
corriendo con todas las fuerzas que su viejo y obeso
cuerpo le permitía, recogió la lámpara y la frotó,
con las manos, los brazos, la panzota y en efecto,
de ella salió un genio, se le veía agotado,
viejo, malhumorado y como quien es despertado a
mitad de la noche.
-Pídeme tu deseo, y tírame al mar, gritó el anciano
y gruñón genio.
-¿Deseo, no son 3 los deseos que píden? increpó José
- ¡Tienes 5 segundos para contestar o no se te cumplirá
ninguno! balbuceó el genio.
_ ¡Sacarme la lotería! ¡El premio mayor! respondío José
ahogando de emoción.
- Así será, ahora métete al mar y tírame muy lejos,
dijo el genio bostezando.
José siguió las instrucciónes y por primera vez en su
insípida vida se sintió felíz...
Despertaba cada mañana con la certeza que era el día
en el que cumpliría su deseo y así pasó, pasó y repasó
el tiempo... hasta que sufrió una embolia cerebral y
quedó inconciente.
Unos minutos antes de morir, despertó de su inconciencia,
la clásica mejoría pre-mortem y con todas las fuerzas de
su maltrecho cerebro invocó al genio, el cual inmediatamente
acudió al llamado por pena.
- Genio y mi premio mayor?
- ¡José, jamas compraste boleto! respondió entristecido el
genio cerrándole los párpados. |