Cierta pareja que convino en formar un hogar, con un niño que tenia la mujer, se realizo sin la conciencia que ameritaba el caso.
Con el transcurrir del tiempo el marido no lograba aceptar al niño como hijo y a pesar del amor que le tenía su pareja. La dama opto por dejárselo a una hermana que tenía dos hijas de su matrimonio.
El niño con su tía se hizo joven y de su sobrino paso a ser un hermano de sus primas, formando un hogar envidiable por la forma que era el joven era respetado y consecuente con sus primas. Pasando el tiempo su madre tuvo también dos hijas con su actual marido.
El joven también lo estimaba, pero no las visitaba por el antecedente de lamentable incomprensión y mientras sus primas progresaban en estudios y relaciones sociales.
Sus verdaderas hermanas iban en contravía, cuando el hombre, que no tuvo conciencia en aprovechar el hijo ajeno y se dio cuenta del error, vivió el resto de sus días en amargura llevándose también a su mujer en tan lamentable situación.
Todos los seres humanos estamos obligados a tomar conciencia de que el destino no lo dicta Dios sino “uno mismo lo labra” de ahí la importancia de saber que “no es padre quien engendra, sino quien cría”.


PASQUINO