Asistía frecuentemente un niño donde un vecino que era alfarero y hacia con el barro verdaderas obras de arte. Fabricaba utensilios prácticos para la cocina, como bellas decoraciones.
En una de sus frecuentes visitas, el pequeño admirador, lo observo admirado de un precioso niño Jesús y esta pregunta le hace ¿Por qué no le da un soplo de vida como hizo Dios con el hombre? Y el humilde y afable alfarero con la dulzura de un maestro le responde: hijito Dios solo hace esos milagros y tu eres un precioso milagro del creador.
La inocencia de los niños es la semilla que cosechamos los viejos y esta solo crece en quienes comprende los a los pequeños.
En la filosofías orientales, se comprenden que el broche del circulo sagrado, esta entre la niñez y la vejez.
La importancia de esta reflexión, radica en los muchos mensajes, que han dejado los grandes maestros y que hemos subestimados y en la mayoría de los casos por no saberlos explicar.
Jesús decía “dejad que los niños vengan a mi y no se lo impidáis, pues para ellos es el reino de mi padre”.
Hay que valorar su inocencia que es una gran enseñanza y su candidez un mensaje de amor.
En esta hora del Kali- yuga, los que entienden de que se trata, comprenderán que Hay que deslucidar dos leyes.
La del hombre que es injusta reza “El que inocentemente peca inocentemente se condena. Y la ley divina reza “El que inocentemente peca, inocentemente se salva”
Esta reflexión no nos da derecho a seguir siendo inocentes.


PASQUINO