Una joven sufre un aparatoso accidente en una motocicleta, y unos buenos ciudadanos lo llevan a la primera clínica que consiguen en el camino y es rechazado por no tener un seguro los buenos samaritanos lo llevan a otro y sucede lo mismo.
En su emergencia y su loca carrera contra el tiempo optan por llevarlo a el hospital público donde llega sin vida.
A esta tragedia que ya es cotidiana se le agrego un espantoso e irónico trago amargo pues resulto ser que el infortunado joven era hijo de un gran medico y propietario de la primera clínica, donde habían llevado a su irreconocible hijo.
La solidaridad es para mi entender, una de las grandes virtudes humanistas, que preserva al ser humano de dolores y sufrimientos en que egoísta e inconscientemente tenemos en esta sociedad afanada y ávida de lucro.
Cuantas veces nos faltan en el camino samaritanos y lo grave es que la mayoría de los seres humanos estamos enfermos del alma y del espíritu y los samaritanos para estas congojas no aparecen.
La solidaridad es el camino para encontrar al mejor samaritano, aquel que todo lo cura : el gran espíritu.