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Ramón salió de casa. Echó un vistazo a la mañana. La humedad, la tierra y las ramas del olmo vinieron a sus narices. Caminó tres cuadras y llegó al quiosco. Ahí estaban los perros, la escarcha, los sauces. Quitó el candado de la puerta y sacó del interior su carretilla y la hizo a un lado. Luego bajó las planchas de madera que cubrían los vidrios y llenó esos vidrios con revistas y libros. Salió y se sentó. Esperaba que llegaran los periódicos. Ramón quiso haber sabido fumar en ese momento. Quiso dormir. Quiso beber chocolate caliente.
Después de recibir los periódicos arrancó una a una las revistas y los libros de los vidrios del quiosco y ocupó su lugar con periódicos.
Al rato llegó un hombre. Saludó, ordenó un ejemplar de El Sur y un paquete de cigarrillos rubios. Ramón le habló del día. Viene lluvia, dijo el hombre y encendió un cigarrillo y se marchó.
Luego apareció el muchacho ése que sabía mucho de muchas cosas y pidió un ejemplar de El Sur. Habló de fútbol. Ese muchacho sí que sabía cosas. Sabía de fútbol, de política, del mundo y de los egipcios. Siempre hablaba de los egipcios y encargaba un suplemento de egiptología que salía los días sábados. El muchacho se despidió. Ramón esperó un rato. Se quedó pensando en el fútbol y cogió un puñado de caramelos de anís.
Vino la lluvia. Vino de pronto, toda, gruesa. Vino la lluvia y Ramón tomó dos trozos de un nylon y los dejó sobre la carretilla. Entre ellos metió los periódicos que debía llevar a las casas. Se puso un montgomery engomado y unas botas de primera y recogió la carretilla por los brazos.
Por la tarde llegó a cobrar a la casa de los Núñez. Don Jorge lo hizo entrar. Le ofreció un trago. Un café. Ramón preguntó por chocolate caliente. Tomó un buen chocolate caliente.
Don Jorge habló mucho y luego se detuvo y miró a Ramón. Cogió su periódico corroído por el agua. Ramón le dijo que llovía. Don Jorge dijo que ya lo sabía y que hace treinta años que el periódico llegaba desecho los días de lluvia. Ramón se disculpó. A don Jorge le dio lástima y cambió el tema. Habló de la noticia central del día, esa que apenas pudo leer hasta la mitad. Le pidió que le contara el resto. Ramón no la había leído. Le preguntó a don Jorge si la noticia del fútbol se había salvado del agua y repitió lo que el muchacho ése que sabía de muchas cosas le había dicho.
Don Jorge lo acompañó a la puerta. Cada vez que trajera el periódico estropeado debía comentarle todas las noticias que no se pudieran ver. Eso exigió don Jorge. Ramón supo entonces que tendría hasta la próxima lluvia para aprender a leer.
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Texto agregado el 21-04-2009, y leído por 151
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