No creistes en mi,
tu partida repentina,
deja dos heridas,
en ti, en mi.
¿Porque?,
indefensa mi alma adormecida,
lagrimas aun corren por mis mejillas,
te digo adios, un hasta siempre.
El juego es en quien creer,
en la crueldad,
o, en una mujer sufriente,
elegistes la crueldad.
Con lagrimas te digo adios,
tardio, si, sin esperarlo,
con una melodia,
que me recuerda a tu tierra.
MARIA1 |