Hubo conexión entre nosotros aún sin conocernos.
Recuerdo perfectamente nuestro primer intercambio telefónico.
- Sabés lo que tenés que hacer –dijiste con tono de misterio
- Si lo se –respondí convencida.
- Estás dispuesta a padecer el sufrimiento?
- Si necesito saber, y estoy preparada a lo que venga.
- Mi deber es avisarte que te exponés a pasar por torturas, es un pasaje muy doloroso, pero vas a poder combatir tus miedos.
- Estoy dispuesta, y no siento miedo; confío en vos.
- Tenés alguna perversión?
- Qué?...no!!, o si la tengo realmente no lo sé.
- Tenés idea de quien sos?, estás dispuesta a descubrir quien fuiste?
- Creo saber quien soy, y quiero saber quien fui, es la única manera de crecer, y estoy segura que este es el momento, caso contrario no voy a poder seguir.
- Entonces te espero.
- Allá voy.
Mis deseos de aprender, de conocer, pudieron contra los temores de Martín.
- Que vas a buscar?, quien es ese tipo?, no te das cuenta que quiere algo con vos.
- Mirá no sé bien a que voy pero estoy convencida que es lo único que puedo y debo hacer, tengo que encontrar la verdad. Por otro lado quedáte tranquilo que él no tiene interés en mí como mujer, me va a ayudar a vencer mis miedos,
- Cómo? Encamándose con vos?
- Qué decís? Por favor!!! Escuchá lo que decís!!! –Martín estaba desencajado, decía que no eran celos, pero realmente me molestaba su desconfianza hacia mí.
- Entonces explicáme que quiso decir con lo de las perversiones?, con las torturas?, vos estás completamente loca!!!
- Repito, no sé, no lo conozco, pero siento que debo ir, pensá lo que quieras, tal vez tenga esto cierto grado de locura, pero quien me dice a mí donde está la razón.
- Hacé lo que quieras, siempre hacés lo que querés, no entiendo como podés largar todo e ir al encuentro de un desconocido que te habla de ese modo. No te entiendo.
- Vení conmigo, nos encontramos el Capilla, querés?
- Ni en ovni llego, además como le explico a Graciela. Prometéme algo.
- Decíme.
- No tomes nada, no aspires nada, no te pongas la ropa de nadie.
- Prometido, pero que pensás? Que me van a drogar?, ay amor mío.
Viajé toda la noche y vos acompañándome con tus mensajes, con tus temores.
Llegué por la mañana y despistada de mí no llevé la dirección de la hostería, más no hizo falta encontré el lugar. Reconocí cada rincón.
Era evidente había estado ahí....
Al llegar Roque abrió la puerta, no se si era como lo imaginé, pero no me sorprendió.
Miré a mi amiga y dije
- Es un gñomo, viste María? –ella se puso colorada pero su mirada asintió una respuesta positiva.
Tu mensaje
- A estas horas alguien que no soy yo te estará despertando.
Debo confesarte que al llegar a ese pueblo algo o alguien me despertó de tantos años de letargo, liberó recuerdos aprisionados en mi mente.
Mi mensaje
- Roque es un gñomo bajito gordo. Tomé agua mineral, no olí nada, ni me puse ropa prestada. Te amo
Ese viaje tuvo para mí principio y final.
El principio: despertar a la vida, tratar de descubrir quien soy, aprender que puedo, crecer.
El final: nuestra relación, la que creí sólida, auténtica, distinta.
Lo primero me dio fuerzas para afrontar tu alejamiento, tu miedo, tu desconfianza, tu ”no incondicionalidad”. (palabra más palabra menos)
El sabor amargo, la depresión y la angustia me lo dejaron tus últimas palabras:
- Lo siento. Yo te quise, y mucho. Pero no quiero incondicionalmente. Si eso es una culpa, la tengo.
No creo en culpas, tampoco que no me hayas querido, lo que no acepto es el desenlace y la causa. Si el amor es entrega, confianza, amar en el disenso, la falta de este conjunto de emociones y gestos compartidos me lleva a pensar que “el amor”, por lo menos como lo creí y me lo entregaste jamás existió.
No se borra jamás del corazón lo que se ama, únicamente si lo que vivimos fue tan solo una quimera.
25-01-2007
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