Inicio / Cuenteros Locales / Rockodethk / RESPIRO DE ALCOHOL
El ambiente suena a dolor. El viento huele a ilusión. La lluvia entona una dulce melodía de Iron Maiden. Y él… el simplemente respira alcohol y bebe humo. Su cuerpo se nota agotado. Su mirar despide hielo. Su andar es lento. La agonía hace que sus pies se arrestren entre cristales. Su vida vuela entre lamentos, muertos, sombras y uno que otro vivo. Ya no responde a su nombre. Olvidó el cómo le llamaban sus padres. Sus hombros siempre están cargando algo.
Él no es un hombre, tan sólo un ánima vagando por la ciudad. Siempre camina sin rumbo y sin aliento. Como hoy. Hoy llega al parque. Lo nota áspero. Sin color. Sin vida. No escucha el trinar de las aves. No ve señales ni mensajes. Nada importa. El sol le habla, le envía regocijo y prefiere cubrirse con una chamarra de mezclilla, algo ruída por el tiempo.
Las paredes de su cerebro ahora son lúgubres. Está sumergido en telarañas. Sus pensamientos sólo se enfocan en las pastillas que guarda en el bolsillo. Las abre. Destapa una caguama y las mezcla con la levadura. Saca un poco de polvo y le da un jalón. Su nariz lo lleva directamente al interior de su cabeza. Se tambalea un poco. Prefiere otro jalón, para terminar con el papel. Casi sin respiro. Bebe la cerveza de un golpe. En este momento, sus ojos escupen fuego y su mirada se va directamente y se concentra al otro lado del infinito.
Camina a su apartamento. Sólo lo dirige el instinto. Siente el viento en su cara, como aquella vieja rola de Pink Floyd.
El astro rey cae y la luna gobierna el firmamento.
Por fin llega a su habitación. Prende una veladora y pide por su alma. Se refugia en aquél rincón. Prende un poco de hierba y lo combina con cristal. Empieza a descubrir aquella pequeña línea que divide la realidad de la fantasía gobernada por ángeles negros.
Da una bucanada y toma su navaja. Da un trago de alcohol. Pone un paliacate en su boca. Se escucha una puñalada acompañada de un grito desgarrador. Luego otra puñalada y un gemido. Y luego otra puñalada y otra más. Estira un poco el brazo, toma el cigarrillo preparado y lo ve manchado de sangre, aún es tiempo de otra bucanada, un poco de valor para herirse la yugular.
Un grito atrae la lluvia. Tras la nube aparece el sol. Una luz brillante sega sus ojos. Respira hondo. Se arrodilla, llora y da gracias por iniciar un nuevo día.
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Texto agregado el 20-04-2009, y leído por 101
visitantes. (1 voto)
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Lectores Opinan |
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20-04-2009 |
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Salió de su pesadilla y se dispone a otra repetición de sus días ? , me encantó así , muy bueno =D mis cariños dulce-quimera |
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