Mi niña, te vi antes de nacer. Mi niña, te conocí cuando nadabas en la cobija de tu buena madre… y fui yo quien te protegió en los momentos de peligro y ayudé a tu solitaria madre en cualquiera de sus conflictos.

fui yo quien te guió en tus primeros pasos y te sostuve para que pudieras andar, fui yo que en las noches me preocupaba por arroparte, producto que en tus sueños corrías sin parar.

Amelia… en tu adolescencia dejaste de creer en mi. Amelia, no conversas conmigo ya y siento que mis alas pierden su vitalidad… Al pasar de los años ya no puedo volar y veo con impotencia, que estás mal. Amelia… ¿en qué te fallé? Me siento en tu lecho cada noche y veo tu almohada humedecida por tus lágrimas. Acaricio tu cabellera en tu dormir sin sueño, producto de los medicamentos que consumes para conciliar el descanso... mi niña... te amo como si fueras mi hija y veo con impotencia que tu preciosa vida está siendo arruinada por cosas tan vanales.

Nunca pensé que como ángel yo pudiera ser capaz de llorar, pero tu tristeza es algo que no puedo soportar. Amelia… eres tú quien tiene tristeza, pero soy yo quien está desapareciendo. Amelia, sentado a tu lado en este autobús te digo, que me estoy muriendo sin ti.