Al diablo con la física cuántica !!! por Franceska
Aquella mañana, cuando mi tío Ibrahim me invitó a su casa a desayunar, estaba de excelente humor, observé sus mejillas macizas y bien rasuradas, resaltando más aún su cara de luna llena. Me simpatiza mi tío Ibrahim y sé que entre él y yo hay una química nunca aclarada ni explicada que nos empuja a reírnos de los mismos chistes.
Mi tío es un hombre voluminoso y se está quedando calvo, tanto que en los últimos meses, su cabeza luce tan lisa como la pista de un aeropuerto. Y es que no es para menos, sus preocupaciones son múltiples. Está convencido
( yo también ) que el gobierno es hostil a un grado sumo, pues tiene que pagar los altos impuestos que se generan por la importación del calzado deportivo que vende en sus tres zapaterías que tiene en el centro de Puebla.
Lo que ofrece y exhibe en sus aparadores de la forma más atractiva son tenis de las marcas que busca la gente. Los que se consideran símbolos de status, aunque nadie sabe si funcionan las plantillas de gel y si las válvulas de aire en las suelas te hacen realmente volar cuando estás trotando.
Pero la gente está dispuesta a aceptar a ciegas las bondades que ofrece la agresiva mercadotecnia de las marcas más famosas de tenis y por las que se pagan precios exorbitantes.
Mi tío vendía alpargatas años atrás, en sus tiendas, pero un día escuchó su voz interna, de espíritu fenicio, que le aconsejó: “ renovarse o morir ”. Entró de lleno a la modernidad el día que colocó en su tienda matriz, su primer par de “ Air Jordan ”
Sin embargo, sus ganancias se han reducido a causa de la baja en ventas que ocasiona la feroz competencia con las tiendas de deportes, pues cada vez amplían más su oferta de calzado deportivo.
Aparte de todo, Odette, su esposa ( una mujer despiadada, la hermana de mi madre) y sus seis hijas, no dejan de pedirle los últimos modelos de lavadoras con micro burbujas, hornos de microondas que gratinan, sudaderas Fila made in Italy, celulares rosas con cámara fotográfica e internet , limpiezas faciales con láser, sesiones de camas bronceadoras y vestidos nuevos para cada fiesta.
Cosas que en estos tiempos de desesperación comercial, ya no puede proporcionarles.
Pero volviendo a aquel día, mientras mi tío Ibrahim me trasmitía un insólito “ relax “ su mirada se precipitó por toda la cocina y pude captar en ella un brillo codicioso, como imagino el que tendría en los ojos un tiburón cuando sumergido en la inmensidad del océano alcanza a oler a kilómetros de distancia, una milésima porción de sangre.
Jalil- me dijo- vamos a hacer negocios.
No le entendí, abrí un par de ojos sin expresión desde mi plato de cereal de trigo inflado con chispas de chocolate.
- El negocio de los tenis – dijo - … hay mil quinientos para ti.
En ése entonces, yo estaba en la Universidad, estudiando hermenéutica, semántica y física cuántica. Poseía dos pares de tenis, unos que alguna vez fueron blancos, ya bastante gastados y otros negros con franjas naranja, mucho más presentables. Sin embargo, no estaba trabajando y no me habría caído nada mal el dinero.
-Te escucho- le dije
Lo que quería que yo hiciera era simple; simple, pero potencialmente peligroso. Quería que pasara dos días en Salina Cruz, Oax. uno de los puertos libres de México. Que fuera en avión y me instalara en un hotel X y esperara su llamada, para recibir instrucciones.
Estuve de acuerdo, y me aliste para el viaje.
Aparte del dinero para gastos de viaje, mi tío me puso en un portafolios tres mil pesos en moneda nacional y un atado con una liga con mil dólares.
- Estos dólares son por si acaso, no espero ningún problema pero uno nunca sabe, no crees? - me había dicho mientras me subía al avión.
Me indicó que me registrara en el hotel con el nombre de
“ Eucalipto Púrpura ”
La recepcionista del hotel era muy joven, quizá estudiante, y se rió con disimulo mientras mostraba su ortodoncia al escuchar el nombre con el que me registré.
Me instalé en mi habitación viendo un reestreno de los campeonatos de peleas de gallos. Dormitaba cuando sonó el teléfono.
– Bueno- dije, agarrando rápidamente el auricular
-¿ Jalil ?- era tío Ibrahim. – Si - contesté.
Su voz tenía una pizca de misterio, era como un murmullo, una voz áspera.
- Quiero que vayas mañana al almacén de aduanas en la Avenida Morelos # 139 a las 10 a. m. en punto-
Estaba respirando con dificultad, apenas podía escucharlo.
- Ahí encontrarás tenis – me dijo – Tenis Nike, Adidas, Reebok, Puma etc.
- Treinta mil tenis, envueltos en papel de china. Nadie los ha reclamado y serán subastados a primera hora- hizo una pausa y escuché su voz, sofocada e inquieta a través de la línea telefónica que nos separaba.
-Quiero que ofrezcas muy poco por ellos. Mil pesos. Dos mil. Pero quiero que los compres. Cómpralos o te mato – y entonces colgó.
A las 9.45 a. m. estaba parado afuera del almacén, con el maletín agarrado con las dos manos. Yo estaba desconcertado. ¿ Cómo esperaba mi tío que comprara treinta mil tenis con dos mil pesos ?
Media docena de hombres mal rasurados, con trajes holgados y zapatos tipo bostonianos se amontonaron detrás de mí.
Ya eran más de las doce, cuando un hombre con cara de pocos amigos, que vestía el uniforme de policía aduanal, sacó un llavero y abrió las enormes puertas de acero forjado del almacén. Entramos arrastrando los pies, parpadeando contra la oscuridad. Cuando mis ojos se acostumbraron a la luz, los montones de productos sin reclamar aglomerados en pilas a mi alrededor comenzaron a tomar forma.
Y entonces ví los tenis. Estaban acumulados en una pequeña montaña, envueltos individualmente en papel de china.
Tal y como me lo había dicho mi tío Ibrahim.
Los otros leyeron la descripción que el aduanero nos había dado acerca del calzado deportivo y la ignoraron. Yo estaba deslumbrado. Era como tropezar con el tesoro de los Incas, la Ciudad Dorada misma y que además nadie la reconociera.
Con dedos temblorosos, desenvolví primero un zapato, luego otro.
Había calzado deportivo, de las mejores marcas para básket, fútbol, aerobics atletismo, tennis, vollley ball, golf...etc.
Eran originales, perfectos, insuperables, de una gran calidad.
¿ Porqué los habían rechazado los demás ? Fue entonces cuando leí la declaración aduanal. “ Treinta mil zapatos deportivos importados de la República de China, puerto de Hong Kong. No reclamables después de treinta días. Para ser vendidos al mejor postor ”
En la parte posterior de la declaración, escrito a mano con unos garabatos, había otra anotación:
“ Únicamente pie izquierdo ”
Me quedé pasmado por un momento. Me incliné hacia la montaña de zapatos y comencé a arrancarles el papel de china, y ya no me quedó duda, cada uno de estos treinta mil zapatos era la mitad de un par.
Tío Ibrahim, pensé, eres un genio.
La subasta fue pan comido. Mil pesos y fueron míos.
-¿Los conseguiste? – me gritó mi tío a través de la línea telefónica más tarde. - Mil pesos – le contesté. – Bien hecho- tarareó-, bien hecho- hizo una breve pausa para recuperar el aliento-
¿ Y sabes de dónde te estoy llamando ?
- Creo que puedo adivinar- le dije.
¿ En el puerto libre de Lázaro Cárdenas ?
- Si, asi es, que curioso- dijo mi tío Ibrahim – hay algunos tenis aquí, en el almacén de aduanas - calzado deportivo de las mejores marcas, treinta mil en un lote único- y nadie los ha reclamado. ¿ Puedes imaginártelo ?
Su voz acusaba una hilarante felicidad.
- Deben tener algo mal – le dije para seguirle el juego.
- Nada, nada mal, si es que tienes una sola pierna- me contestó riendo satisfecho.
A partir de aquel insólito negocio, mi tío se volvió el rey del calzado deportivo en Puebla. Hasta los del gobierno le han ofrecido un puesto en la Cámara de Importadores y Exportadores, pues lo consideran un gran empresario.
Yo también he cambiado. Tengo en la actualidad catorce pares de tenis de las mejores marcas.
He dejado la hermenéutica, la física cuántica y la semántica.
Sigo estudiando, pero estoy por titularme en Comercio Internacional.
Simplemente tiene sentido.
Además, el gobierno no es tan hostil como yo pensaba.
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