Ven, compartamos la soledad y llenemos los vacíos que persisten en el tiempo, disfruta el silencio y ríete de él. Porque no importa si estas muerto y yo viva, o se invierta esa posibilidad. La vida no termina ahí , en la barreras de nuestro mutismo, o entre el espacio de nuestras depresiones, cuando susurramos en la cama para estar mas cerca y sentir el aliento del otro en la piel, ni en los rincones oscuros donde todo pasa frenéticamente y quedamos con los ojos dilatados de satisfacción.
No empieza ni termina ahí la vida, ni en el bar de mala muerte donde nos conocimos, ni tampoco en la esquina donde nos dimos el primer beso, ni en tu habitación cuando lo hicimos por primera vez, tú agarrando mis manos con fuerza y yo mordiéndote el hombro para no gritar. Para que tus viejos no nos escucharan. Tampoco termina en nuestra primera pelea por no querer compartirnos, ni empieza cuando nos reconciliamos y se empañaron nuestros ojos.
Acaba cuando terminas dentro y yo gimiendo en tus brazos. Empieza cuando caigo lacia a la cama junto a tu cuerpo. Ahí comienza y finaliza el circulo, en ese instante donde no ahí angustia , tristeza, éxtasis o preocupaciones, donde todo incluidos nosotros pasamos a segundo plano y lo que se incrusta en ti por unos momentos, no es alegría, es paz pura y en esencia concentrada.
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