Apenas puedo romper ese cristal de distancias y grosores extraños, ya que no sé si eres realmente tú lo que hay tras él. A penas y a llantos sé ahogar el río de aguaceros de desesperación y la garuga de remordimientos.
¿Y si grito todo y rompo en infinitos trozos ese cristal? ¿lo intentarás pegar? Juntarás cada trozo, hasta los que no se aprecian por su brillo, pero que dañan tanto, logrando un matiz diferente en tu piel, dando un carmesí intenso como labios mojados...
¿lo prefieres así? ¿me dejarás gritar?
¿Y si te cuento al oído, tranquila y pausadamente, imitando tus tácticas sutiles, todo lo que necesito eximir de mí? ¿correrás? ¿golpearás el pasado? ¿Serás un hombre más en tu comportamiento...?
¿y si ocupo cada trozo de un árbol anoréxico, hago funcionar mi mano y muevo el lápiz como te movías tú? Y escribo para no gritar ni susurrar ¿lo leerás?
Te estaría entregando mucho... demasiado, pero sólo falta eso, nada más que un papel, donde un día yo te escribí y así podías poseerme tal como querían tus deseos, en esa plenitud que tu gemido interno te revelaba y te exigía poseer.
Cuerpo, pues tus manos y sentidos lo tuvieron mientras todos ellos estaban más vivos que nunca...
corazón, pues más explicación que tu permanencia inminente dentro de mi cabeza...
interior, lo dice todo, las noches enteras pensando en tí, en algunos peros, por qués y tal vez...
y en alma, al leer esto, al poseer esto, y al destilar cada palabra con tu mente...
ya me tienes... y lo sabes
¿que harás?
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