Me encontraba en cierta ocasión en un aeropuerto en la sala de espera, con dos horas de anticipación a mi salida, cuando vi y oí a un hombre proferir improperios y maldiciones porque su vuelo lo había dejado.
Al cabo de un cuarto de hora y en medio del espectáculo del iracundo viajero, se dio un reporte de un vuelo, que no aparecía registrado en el radar y esto fue motivo para que todo el mundo guardar silencio incluyendo al frustrado viajero.........
El segundo reporte mas o menos a los 45 minutos confirmaba que el avión se había estrellado contra un cerro y dieron el número de vuelo y destino.
Estaba todo el mundo en silencio, cuando el inconforme, arrodillado y llorando daba gracias a Dios por haberse quedado del fatídico vuelo.
Cuantas veces lanzamos improperios por un contra tiempo, sin saber que la divina providencia nos protege; cuantas veces después de tener una falla, mas adelante vemos un fatal accidente, coincidiendo en tiempo y espacio desde que nos quedamos.
Debemos comprender que el hombre se labra su destino y que el gran espíritu nos protege en su camino.
Cuando se vea en un contratiempo, tómese unas gotas de paciencia, en el vaso de la fe, que la divina providencia es como el aire existe pero no se ve.

Pasquino