Pero la realidad era otra, ahora vivía en casa con sus padres, aguantaba cada día los gritos, peleas y riñas que estos se compartían mutuamente, shara llegó a pensar desde muy pequeña en si en realidad existía el matrimonio, ¿era esto el matrimonio? ¿Conllevaba siempre aquella desagradable situación que ella siempre había visto en aquellas dos personas que eran sus padres? ¿Porque su madre no amaba a su padre?
¿No se suponía que cuando te casabas con alguien todo tenía que ser perfecto y que el amor fuera el papel principal?, a lo largo del tiempo todas esas preguntas se fueron incrementando pero ella ya tenía la respuesta: ni su madre tenía una pizca de amor a su padre ni su padre la aguantaba a ella. Un día que vino de limpiar, vio a su vecina María salir corriendo hacia las escaleras del portal, y no estaba segura pero le pareció oír un minúsculo llanto. María era la hija pequeña de la familia Fernández, los vecinos de al lado, no eran muy sociables puesto que la mayor parte del tiempo se los pasaba discutiendo y encerrándose en su pequeño piso, muchas de las noches podía oír aquel angustioso y pequeño llanto de María, era fácil oírlo, las paredes eran finas y el dormitorio de María daba casualmente al dormitorio de shara. Pero aquel día, cuando la vio correr escaleras abajo y no oyó ningún portazo de la puerta del portal, shara bajó cautelosamente las escaleras y entonces la vio. Estaba llorando, tal como lo había supuesto, y tenía puesto los pantalones de ositos del pijama mientras que la parte de arriba tenia una sudadera. Su pelo estaba revuelto y sus ojos hinchados. Se sentó junto a ella y con mucha paciencia sintiéndose tan identificada con aquella pequeña y frágil niña, le dio su confianza para desahogarse. Poco a poco entre ellas la relación entre vecinas fue mas amigable pero no unidamente, María tardaría mucho en confiar en alguien y abrirse mas a los demás y shara tardaría mucho en esperar una gran amistad. No la culpaba, sabia como se sentía, ella había pasado por ahí, recuerda que de pequeña le costaba mucho trabajo en relacionarse con los demás por lo que su apodo fundamental era “la rara”. Y ahora sabia a que se debía, los padres tenían un defecto: creían que lo sabían todo por el hecho de que eran más adultos y maduros que los hijos, pero lo que no sabían era que se podían equivocar incluso más que un adolescente. Una pequeña pelea delante de un niño pequeño podía potenciar ese trauma que con el tiempo, si las peleas aumentaban, podía crecer, y eso perjudicaba mucho a la hora de relacionarse con los demás y creer en aquella palabra importante: el matrimonio. Y sus padres nunca tenieron en cuenta en ningún momento en como se sentía su hija de cinco años al escuchar aquellas voces, gritos, peleas y tratos. Ellos solo se limitaban a decirse palabrotas, a insultarse y a maldecirse por ser tan estupidos por haberse casado. Y shara ya estaba cansada, muy cansada. Había estado aguantando 15 años a aquella situación, ya era la hora quizás de marcharse, pero aun le costaba ese valor, además no tenia suficiente dinero, ¿ como iba a irse o a alquilarse un piso cuando cobraba al mes unos 120 euros?, por desgracia no tenia ahorros pues a veces necesitaba comprarse algo.

Shara conoció a Dylan una noche de junio en un chat, desde el primer momento en que hablaron, supieron que estaban hechos el uno para el otro, no era el típico flechazo, sino una especie de comunicación especial donde dos personas, ambas heridas interiormente, abrieron sus almas mediante un teclado. Dylan conoció mas que a nadie a shara, y esta sentía como si lo conociera de toda la vida, Dylan mantuvo una relación con una chica hacia tiempo pero sufrió una infidelidad por parte de ella, a partir de ahí el no tuvo ganas ni deseos de que se volviera a enamorar. Shara era lo que el desde hacia mucho tiempo estaba buscando. No obstante había un gran promedio entre ellos dos, una distancia de 800 kilómetros, Dylan vivía en Barcelona mientras que shara vivía en Córdoba, pero eso no fue ningún impedimento, al contrario, sirvió para fortalecer ese gran sentimiento que se tenían. Al principio les costaron declararse, admitir que se querían, Dylan no tardó pero a shara le costaba más. El tenía un gran proyecto que hacer: curar a shara interiormente. Ella tenia miedo, demasiado miedo, se había aferrado a la idea de que en cuestiones amorosas tanto como los hombres era algo que ella nunca pensaba que iba a realizar. Las visitas de Dylan a shara se frecuentaron, viajó hacia ella, y supieron enseguida lo mucho que se amaban. La primera vez que ella quiso decirle esa mágica e importante palabra no supo como decirlo, era como si la lengua se le trabara. Hace mucho tiempo que ella no creía en el amor pero Dylan le había enseñado eso y mas, shara no supo si echarse a reír o a llorar, no había cumplido su promesa de no enamorarse, y eso para ella era malo, muy malo. El la tranquilizaba aunque así fuese por teléfono, y ella sentía como si la abrazara de verdad mediante ese aparato electrónico. Dylan fue su primer novio.

Hubo mucha gente que intentaron decaer esa relación, no porque no les gustara Dylan sino porque esa distancia era un gran impedimento a un futuro juntos, eso hizo que se volvieran mas fuertes, cada día el la alentaba con promesas y juramentos y poco a poco entre ellos nació una fuerte unión, una unión que iba mas allá de 800 kilómetros y un teclado.

Continuará.