El sentimiento. Ese espacio que uno no logra entender, la desdicha del sentirse rechazado, la amargura de saber que esta perdido, el desconsuelo de entender que es una causa perdida, y la felicidad que solo dura esos instantes en los que la magia florece.
Y quien podría decirme que sabe lo que siente cada minuto de su vida, quien podría asegurar que nunca dudo, se sintió perdido en un mar de incógnitas, nadando sin rumbo, sin meta, sin saber lo que se quiere, solo estando seguros de lo que no queremos para nosotros. Pero ¿sabemos fehacientemente que de las personas que huimos son realmente lo que nosotros pensamos que nos harían daño?
Nos creemos tan seguros en la vida, dando pasos firmes, imponiendo la voz en alto, que cuando llega el momento de sentir, dudamos, nos hacemos pequeños, nos desesperamos ante la incertidumbre de algo tan irracional, ilógico, incompresible que nos asusta, lo rechazamos, las armas de la ironía no son suficientes porque el sentimiento ronda en nuestra cabeza, en nuestro ser, siempre constante, inamovible, la agresión tampoco es una opción, porque solo nos herimos a nosotros mismos, la huida es una cruel espada que a medida que nos alejamos va dejando marcas cada vez mas profundas en nuestro interior… si aplicamos el razonamiento lógico diríamos, dejaste llevar, pero no, el ser humano no puede hacer eso! ¿Como podría soportar ver resquebrajado su orgullo si nada diera resultado, que diría el mundo de sus pasos firmes y su voz en alto, como explicaría que su porte de caballero y ánimos de nobleza termino reducido ante un simple sentimiento? Eh aquí el dilema del sentir.
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