Es tan frágil, a la mínima que la tocas, se desprende, como una hada. Sus espinas muestran que la preciosidad tiene un precio, por el cual se tendría que sufrir para presumir de su posesión. Su color blanquecino por fuera con tonos rosados muestran una sencillez y aportan una sinceridad tranquila al ser humano, como la más hermosa joven, pero por dentro, es negra como un gran suspiro de dolor, y los pétalos del interior son cada vez más retorcidos, más oscuros, más incomprensibles, no dejan ver a la vista humana el desordenado polen que lleva dentro, contradiciéndose con su exterior. Es tan poco constante, puede cambiar tan solo en el contexto en que la toques, en la situación en que la huelas, siempre cambia, por eso, su complejidad se vuelve áspera para la sociedad, aunque así, tan bonita y elegante, tan utópica y cruel, la tienen como el símbolo del amor. |