Se dice que la madurez es la cumbre de la vida; de joven se quieren alcanzar; de viejo volver a remontar. Es la cima donde parece detenerse el presente y donde se avizora tanto el pasado como el futuro.
Es el momento preciso, donde se debe enlazar el ascenso como descenso y viceversa, para lograr tener un feliz término.
¡Cuántas veces el esplendor se convierte en el ocaso o la riqueza en oropel?
El valor de esta etapa del camino, es proporcional al curso favorable de las cosas, pues de que sirve lo que se logre si por ejemplo descuidamos el hogar, si cambiamos salud por dinero, la suerte por desgracia, o en el peor de los casos, comprando amor para acumular rencor.
En la madurez sin excepción, todos deseamos tener una fortuna, pero no debemos olvidar a LAO TSE
" Un poco de dinero aleja las preocupaciones; mucho las atrae" acá juega un papel importante una de las tres bases donde reposa la conciencia " no es rico quien tiene mucho sino quien poco necesita"
El ser adulto nos compromete a derribar sofismas; tratar de ser monedita de oro, para por lo menos llegar a la de plata. Saber que uno no es que no se lleve un puñado de tierra sino que es un puñado que lanzan al hueco.
La madurez es un gran tesoro compartiéndolo en hacer felices a los que están alrededor eso se llama felicidad.