Y en el fondo, hay un fondo?
En el que te paras con tus dos pies, y concluyes que haz llegado tan abajo, que no puedes sentir miedo de hundirte más. Y ahí viene el alivio tan ansiado, el instante en el que olvidas que parapente fallado te trajo al suelo, por que motivo, gracia o desgracia.
Has podido topar el centro del mundo con tus pies, te crees el centro del universo (y lo eres), en el lado inverso, claro. Pero eso no importa. Miras a los lados que se ven y te preguntas; donde está el placer de encontrarte allí? donde se fue la gente a la que restregarías la astucia de lograr lo inlograble?..
Ganas inmensas de masacrar al dicho que te dio la idea, al momento no dio señales de ser bastardo.
En el fondo. Y luego de que se te deshincha el pecho por sentirte un pésimo interpretador... estás realmente en el fondo, y la vista de rayos X no la tienes ( has perdido visibilidad), Y bueno, Clark Kent no eres... solo te conviertes en lo que nunca quisiste aceptar. Una limitada parte de ser feto, de gran tamaño (porque nadie siente compasión), grande, pero no por eso grandiosa. (he ahí graaan diferencia).
Sigues buscando, incluso la luz eléctrica que pagarías ahora sin reclamo alguno. (en el fondo, nada se regala ni se presta).
Cuando estás en el fondo, aunque suene increíble, no se permite jugar Monópoli, ni canasta... nada que permita apurar al tiempo. Estás solo, e incluso a veces no estás. (Tampoco fluye el solitario)...
Solo es capaz de llegar la conciencia (aunque no la llamen). Te paras en tus dos pies, como lo venías haciendo hace rato, y solo se te ocurre algo:
Antes los animales tenían solo uno, (o lo que era peor, aletas) y no eran menos felices.
No pateaban traseros, no tropezaban....
Huían?
En el fondo, otra vez. Y repites todo, con un poco más de información.
Te paras en tus dos pies. Zapateas. Intentas descubrir si es cierto lo que haz escuchado siempre.
Intentas probar que si cavas un agujero en Chile, y por él te introduces, apareces tal vez en Nueva Zelanda.
Reapareces?
Ansias. El suplicio de contraer la respiración sin esperanzas. Ansias.
Te paras en los dos pies que realmente nunca utilizaste, porque no tuviste la delicadeza de lustrar tus zapatos.
Vivir en una confusión de contrastes. Opaco cuando es brilloso.
En el fondo hay un fondo, en el que te paras con tus dos pies. Miras. Y sabes perfectamente a donde ir, sin tener que ser grandioso.
En el fondo caer no es el conflicto y la luz es traicionera, no siempre aparece donde se ve.
Ni gato, ni eminencia, que siga creyendo que todo lo que cae es por causa de la puta gravedad
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