-¿Has leído la novela? -dijo ella, con la más bonita entonación.

-Ahora se supone que todo este tiempo ha estado una farsa, no?


El rostro de ella perdio la inocencia, y respondió:

-No hombre, después de cinco páginas pone que se encontró un hombre, que hacía de obstáculo en su continuo juego, y es él, el que la falla.

-No quiero seguir leyendo.

-¿El qué?

-La historieta que has hecho.

-Aún pensarás mal de mí. – dijo ella con la risa entre los labios.

-Es posible

-¿Por un escrito que he inventado?

-Alguien me dijo una vez – dijo refiriéndose a ella – que todo se dice por algo…

-También, pero la facilidad que tiene un escritor, un don, es que puede hacer una historia en el que va hacia al centro de la tierra, sin haber ido.

-Pero el escritor también conoce el tema. –resaltó él.

-Sí, también lo sé
-Ahá, ahí está.

-Los escritores saben lo que escriben, han sabido de la perfección, lo que es el amor, por eso, algún día tendré que escribir.

-La perfección no existe, por tanto el amor tampoco, ja que tendría que ser algo superior.

Se quedaron en silencio, él, continuó el tema:

-También me hiciste creer que la perfección no existe, pero que el amor sí, pero en eso, tampoco pensamos igual, y estoy decepcionado, me engañado.

-¿Qué quieres decir?

-Que también creía en las segundas oportunidades.

-¿Y teniéndome aquí, continúas sin creer?

-El amor tampoco ha cambiado, continuo creyendo en él, pero no sé si me estoy engañando pensando que me perdonarás, y todo volverá como antes…

-¿A ti o a mí? - dijo ella ocn cieta ironia, aunque los nervios la invadían.

-Se ve que no te hice feliz del todo, si me puedes ayudar a creerlo, ja me contestaras, porqué haría lo que fuera por ti, ¿sabes? Me hablaste de que era tu media naranja, i lo peor de todo es que la cagué y no pienso volver hacerlo, contéstame, vamos, si puedes ayudarme.

Ella no respondió. No lo quería en su tablero, por tanto, se negó en cualquiera de sus disculpas, tenía más peones con los que jugar. Esa misma noche, quedó con su rey, con su zagal principal, el que ante todos, más prioridad tenía, al que veía cada día y por el llegaría a matar, eso sí, sin dejar de lado su jugada. No era lo que le importaban sus sentimientos, pero él le proporcionaba una paz y una tranquilidad que otro chaval no le daba, le daba una fina brisa de amistad que ni las flores daban a la primavera.