Te amé tejido de hierba, de río. Yo lo di todo, menos el hastío. -Porque me entregué a cien kilómetros por hora, mientras tú lo hacías contando los pasos. Escogí mal, es indudable. ¡¿Y hoy cómo convenzo a mi corazón de que está equivocado?! Los días son monótonos. Pensé que solamente yo sabía de mi zozobra pero, rápido aprendí que la sonrisa no contiene el suficiente disfraz para devolverle el brillo a los ojos.