-O Él o yo.
No era "la primera vez que 'Rita me lo exigía. Decía que la situación era insostenible, pero viendo que sus amenazas chocaban contra mi indiferencia se callaba, para volver a insistir en otra ocasión.
Él, era el nombre que yo le había dado a mi "perro."
Cierta vez, Rita volvió a la carga enarbolando el resultado de un análisis que testimoniaba claramente que los animales de pelo o las plantas carnosas provocaban su alergia su alergia, una molesta comezón en la nariz y abundantes estornudos.
Como plantas carnosas no había en casa; me tuve que rendir ante la evidencia.
Pensé que si no me desbarataba de Él, su presencia terminaría por malograr nuestra relación de pareja. Yo amaba a Rita .
Traté de encontrar entre mis amigos a alguno que pudiera ocuparse de ÉL. Explicaba el problema, trataba de que me tuvieran un poco de lástima por tener que renunciar a mi perro ¿alguien puede ayudarme?
La respuesta fue siempre: no puedo, lo siento.
Élera un perro viejo, no muy sano, pesado por mi culpa, ya que no lo hacía correr bastante, buenazo hasta el ridículo, le lamería la mano a un ladrón…pero nadie quería abrirle su casa.
Ante un ultimatun de Rita, una fría tarde de lluvia, lo subí al coche. Agitaba la cola contento, creía que se trataba del paseo diario.
Se me partía el corazón del solo hecho de pensar en lo que estaba por cometer.
Tomé el "paraguas",aunque sabía que no bajaría del coche. El gris otoñal agregaba una pincelada más al cuadro siniestro.
Me sentía el cazador que obligado por la reina, debía sacrificar a Blanca Nieves.
Manejé durante varios minutos por la autopista, ninguna distancia ni ningún paraje me parecían adecuados para lo que debía hacer.
A treinta kilómetros de casa, allí donde comienzan los bosques de pinos, decidí, frené y lo dejé bajar. Él se dirigió hacia los árboles y yo escapé como un delincuente.
Me sentí como un gusano asqueroso y repugnante.
Rita trató de demostrar su agradecimiento de todos modos pero desde que abandoné a ÉL dejándo que se enfrentara con su destino, el remordimiento no me dejó vivir y poco a poco mi relación con Rita se deterioró.
Dos meses más tarde, ella no se había curado de la alergia y me dejó. Nuestro amor se había enfriado.
Perdí el sueño, esperaba que regresara, contra toda lógica.Una noche, por fin ¿había escuchado algo? corrí a la puerta, Rita aún tenía las llaves de casa.
Abrí, no era, ella.
Era Él, que delgado y sucio se dirigió a su rincón habitual. Aceptó mis caricias, mi alegría, mis diculpas y el agua que le ofrecí. Me pareció ver comprensión en su mirada. Se durmió visiblemente agotado.
Comprendí que todos estos días había esperado su regreso, no el de Rita. Lo cubrí con una manta y puse el cuenco de comida a su lado para que repusiera fuerzas cuando despertara. No despertó. Había regresado para morir en su casa.
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