Cariño, el cielo me recuerda tu nombre. Cariño, no se si soy yo quien necesita recordarte o es todo el mundo que me recuerda a ti. Te dirijo prosas infructuosas llenas de sentimientos que jamás leerás… No sé si te acuerdas que prometí ser yo tu halconero al cual tu regresarás posterior a tu cansado vuelo.

Cariño, mi ave de cetrería… mi alma te pide odiar por el daño que me has hecho. Cariño, mi corazón se niega a odiarte, pero al ver que poco le importa el desamor que me está empezando a poseer… carcome el puro y bello sentimiento que te tenía.

¿Por qué me haces eso? ¿Por qué me dices que no debo amarte, por que me hará infeliz? Si ya me hace infeliz tenerte en alta estima y valorarte tal cual eres, porque me limitas… me pones una pared entre mis sentimientos hacia y ti y tu propia persona… ¿Qué clase de persona eres tu para que no merezca amarte?... ¿Acaso será… que vendes tu amor… a otro mejor postor?

Cómo quisiera entonces tener un mazo de martillero para poderte rematar todo el tiempo, porque este amor celoso de ti te requiere con locura y no es capaz de tolerar de idea de verte con otra persona ¡Ay, cariño! Eres tu quien no me entiende… o no eres capaz de corresponder el amor de este humilde sujeto, que sólo es capaz de ofrecerte… amarte hasta los huesos.