Esto está muy oscuro y yo no puedo ver nada... absolutamente nada... en mi silencio miro en mi interior, negro como carbón, y pienso... ¿cuándo me alcanzará la Muerte? Pues los necios no son tan pobres y las vacas no regalan sus corazones, y los niños muertos caerán en zanjones. Cuando la Luna tiña el alba con su mortecina luz todos los santos irán al cielo, y los que no lo son se transformarán en benteveos, mientras luciérnagas curiosas te comerán el cerebro, refugiándose en tu pelo, y las estrellas curiosas nos mirarán pasar cuando el amanecer despunte al alba. Mariposas marisopas rotas ojerosas van y vienen deseándome la muerte; capuchino chino y podrido cae de los árboles y grita, que ha visto una golondrina frita caer de los cielos, que caen poesías infantiles en llamas y me incendian el corazón, el alma, y el sombrero; que tan chicas son las letras de la página, que las comas se quejaron y los puntos fueron siempre puntos y aparte; y del Sol de la melancolía nació la Nueva Esperanza, que se refugió en mi corazón y en mis palabras, y aunque alguien intente quitármelas, ellas siempre estarán conmigo.
Y ellas vuelan en su vuelo infernal... haciendo de mi dolor su dolor... de mi soledad, su soledad... Y yo miro a todos y cada uno de los que me rodea y me pregunto qué fue lo que les hice y por qué no me culpo a mí misma en lugar de a ellos... No entiendo... yo no consigo comprender... Las lágrimas de mi interior me empapan y me impiden cantar. Y me estremezco cuando pienso en hacerlo. ¿Por qué? Me siento encadenada y a la vez liberada, y nunca consigo entender por qué las cosas siempre son cómo tienen que ser y no como yo quiero... ¿Yo qué hice? El mundo te obliga... el mundo me obliga y se obliga a ser como es, inventando consecuencias y castigos por ser como hay que ser. Y entonces resulta haber sólo un camino. Yo me entristezco fácilmente y las palabras brotan de mí sin que lo note. Me siento en el colegio y miro cómo todos son felices y deseo que ella esté allí... Y escucho música y me evado del mundo como hago siempre... y pienso que una parte de mi vida está mal, pienso en mis sueños en un plano ficticio... y nunca hago nada al respecto. Soy una ignorante. Eso es todo lo que sé. Que no sé nada. No me conozco a mí misma lo suficiente o dependo tanto de los demás, que no sé cómo actuar frente a ellos. Y tengo tantos defectos que ni siquiera consigo recordarlos todos… y tan pocos amigos que puedo contarlos con los dedos… Pero aún así yo sigo igual… teniendo mi doble vida de felicidad y de tristeza… Mi felicidad… se alimenta de este aparato y de mis pocos amigos… Y mi tristeza… se alimenta del vacío y la soledad… y del pasado. A veces todo se vuelve gris. Y a veces la lluvia cae… haciéndome sentir tan feliz… y en cada gota veo un recuerdo diferente, y siempre trato de imaginar que estoy en un bosque. Pero la realidad me absorbe y yo floto a la deriva. Perdida. Para siempre.