Era el puto rey del sitio, un triunfador. Él mismo gritaba a su equipo de trabajo: ¿ Quién es el puto rey? Y contestaban al unísono: " ¡ El puto rey eres tú ! "
Nadie vendía como él, era un maestro capaz de vender arena en el desierto, y aquel sistema piramidal de empresa le repercutía en comisiones de ventas de los comerciales a su cargo. El puto rey disfrutaba de un buen auto, de una buena casa y de su mujer, una ex-puta de tetas inmensas que la mamaba con maestría. ¿ Qué más necesitaba? Nada, o en realidad sí, seguir vendiendo, mantenerse en el sitio, que el puto rey no perdiera el trono, y para no perderlo había que ser muy hijo de puta, el puto rey más hijo de puta del planeta.
Pero la vida es una noria maldita, y él, el más grande, comenzó a perder la confianza de su equipo, las comisiones bajaban y su status corría peligro, ¿ Qué estaba pasando? ¿ Lo hacían adrede? ¿ Le querían desbancar? ¿ Porqué?
Era su puto cabello, su cabello se había debilitado, ya no lo veían igual, el puto rey no puede perder el cabello...Y además existían rumores que su mujer le ponía los cuernos, su puta chupona se la chupaba a otro, y ya no era el mejor, el puto rey no puede ser un cornudo, el puto rey no puede quedarse cartón, el puto rey no puede descender en ventas...
Lo descoronaron, fue rápido, llegó, vio y venció, era más joven, buen cabello, y no era un patético cornudo, lo destronó.
El puto rey perdió su silla, su auto, su buena casa, su putona chupona ( que lo dejó con una mano delante y otra detrás), pero lo que es peor, perdió su autoestima.
Ahora el puto rey deambula inmerso en la urbe, se cruza con miles de reyes destronados, es lo que tienen las crisis económicas, derrocan reyezuelos con aires de emperadores. |