Ya no hay nada que no sepas…

Existió un abril
y empecé a esperarte,
ya no te espero.

La soledad
se volvió mi hermana,
me quede como lobo
mirando la luna
mientras te esperaba.

Amaneció si…
después de mucho tiempo
después de mucho frío…

Dibuje tu nombre en la arena
para que el oleaje se lo llevara lejos,
para que el viento levantara unos granos
y una parte la esparciera en el cielo.

Para que cuando la niebla
se asiente en el desierto
contemplé el cielo estrellado,
a el eco con su locura a cuestas.

Dejé que las rosas danzaran,
que el agua petrificada
mirara con nostalgia una vez mas
el cielo azul,

mientras las amantis religiosas
entristecidas, escondidas
esperen el dorado del otoño
mi soledad abandonada…