Oh, dulce Luna, que yaces en los cielos…
Déjame tan sólo una vez,
Acariciar tu terciopelo negro…
Porque lloras cuando nadie te ve
Y tu cabellera dulce
Es ahora mi sombrero;
Tú serás la dama ilustre
Que alumbre mi sendero…
Y notables tus nocturnos ojos
Tan llenos de Sol,
Como añorando al amante que jamás te vio;
Notables tus dulces labios de miel,
Que alguna abeja se devorará…
O, Dulce Princesa,
Yo desearía saber quién eres…
Mas tu vivirás infinitamente…
Y yo…
Hasta que me alcance la Muerte…
Texto agregado el 08-04-2009, y leído por 65
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