Aun sentía la necesidad de hablar, de morir pero el temblor le sujeto; lo arrebato de las garras de la muerte; que frustración…
Continuaba prisionero, anclado al continuo padecer de lo querido y del interrogante mezquino que hostiga la razón.
Aun recuerda, le recuerda, como desde antes, como en aquella amarga fabula siniestra y nada es cierto, la constante evolución salpica el ahora y es allí cuando le viene el mareo y cuando hiere hasta las entrañas.
Ya no hay salvación, quedara perdido entre la estupidez y la pesadilla, mientras lo que fue continuara suelto para punzar la herida