deseaba trabajar todo el día pero mis manos estaban frías, tiesas. miré al compañero. miré la máquina. miré el centro laboral... caminé rumbo a la salida sin pronunciar ni una sola vocal, nada. los compañeros miraban mis pasos y la sangre que dejaba como estela de mar. ¿qué hago?, me preguntaba cuando todo el suelo empezó a darme vueltas y vueltas, hasta caer sin pedir permiso a nadie y quedarse todo en una negrura e inconciencia total. cuando abrí los ojos quise moverme pero no pude, estaba tieso. no tan solo mis manos sino todo mi cuerpo. de pronto vi a una bella mujer caminar hacia mí. me acercó su cara y habló. no pude hablar ni siquiera llorar, ni menos gritar... tan solo pensar y pensé. quise pensar que viajaba lejos y sentí que dos aves inmensas entraban en mi cuarto y con sus patas me llevaron muy alto, mas allá de todo lo imaginado. un hombre de nariz muy larga y sin un solo pelo en la cabeza y cara me dijo si deseaba acompañarlo. le dije que sí. bajé y con gran extrañeza, caminé. no hablamos y caminamos por un sendero que parecía serme conocido. llegamos a una casa toda de piedra con bellos árboles a su alrededor. salía humo por su chimenea y de sus ventanas brotaban risas de niños. el hombre de rostro sin vellos se detuvo y me dijo, señalándome con una mane verdaderamente blanca y delgada como los hilos del sol, que siguiera el camino solo. fue extraño pues a cada paso que daba mi cuerpo empezaba a levitar mas y mas, tal como un globo hasta salir disparado por un fuerte viento... vi como nubes y nubes pasaban a través de mis ojos y cuando llegué a la inmensidad del universo vi una constelación de estrellas que parecían verme amigablemente. todo se detuvo menos las estrellas que pude apreciar como rostros de bellas mujeres... y todas parecían reír sin parar pero de una manera muy elegante, como damas dentro de un teatro. sentí que desfallecía cuando mis ojos empezaron a cerrarse. cuando los abrí, estaba dentro de una cama blanca, lleno de camas y con cientos de personas que al igual a mí, se sentían perdidos u olvidados, con la única gana de soñar y soñar... estoy en familia, pensé y cerré los ojos para volver a vagar...
san isidro, abril de 2009
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