Esta noche mi noche no está estrellada, me visto lentamente y termino a sorbos la segunda botella de vino, en la casa beben vino junto a la chimenea en invierno, y degustan algún queso, mi viejo toca la guitarra y mamá canta alguna canción de Silvio, o se juega brisca, o simplemente conversan.
Caballerosamente me ayuda con el abrigo y apaga la luz. Afuera camino de su brazo, él observa las estrellas que no alcanzo a ver, en la esquina un grupo de adolescentes le silban a unos travestis y se burlan. No logro enfocar un colectivo, quisiera estar sola esta noche, pero el decidió estar nuevamente conmigo, no le preguntaré hasta cuando?
Entro al bar: Un ángel descarriado cabecea una canción de Pantera, solo y sosteniendo fuertemente la botella de cerveza que tiene en la mesa, otros ángeles se incorporan a su mesa, le saludan y lo observan con compasión, intentan llevárselo, pero se retiran sin lograrlo.
Botellas fugaces iluminan mi semblante y vuelvo a sonreír para él, solo para él. Se sienta frente a mi, junto a mis fantasmas ¡quisiera estar sola esta noche, pero él diablo decidió estar nuevamente conmigo! Un amigo me ofrece un cigarrillo, es su mano la que toma la mía para que lo encienda, yo fumo para agonizar mi llanto, él fuma para dibujar sedas que se evaporan en mi rostro.
Dios no salió conmigo está noche, está cansado de salvarme – Dios, él es más fuerte que mi, pero Tú lo eres más que él!!!!!!!!
Solo el diablo se percata de que lloro aún cuando logro sonreír con las anécdotas de la mesa! ¿Cuánto tiempo falta? ¿Cuántas botellas más? Ya no quiero beber y estoy bebiendo de la botella, ahora quisiera estar sobria para entender! El azúcar está en el salero, flores nunca hay en mi casa, si es que a eso se le puede llamar casa, porque un hogar jamás lo será, a menos que yo me valla, las chicas siempre están con sus parejas, invitan a algún amigo “pa que no esté sola”, yo termino conversando con cualquier chico del bar.
Los fantasmas se han marchado a casa, me esperarán con la cama helada nuevamente. Una botella más, o un ron! Mierda! Hasta el diablo sabe cuando debo parar. Todos se fueron, no querían dejarme sola, pero no se puede con mi poder de convicción. Un último cigarro, yo le sonrío para intentar convencerlo. Quisiera acostarme con un ángel esta noche, pero todos se fueron con sus novias, el ángel errante duerme sobre la barra, abrazando la botella que lo aguarda con un octavo de cerveza, casi espuma.
El diablo para un colectivo y me invita cordialmente a subir, una vez sentada me besa, su boca sabe a miel y su cabello huele a las cenizas de mi casa.
La vida es tan corta como para evitar el placer ahora – me dice – tu eres tan joven, con un gran futuro, arruínalo ahora antes que sea demasiado tarde, esta noche no me llevo tu alma, la tendré cuando una soleada mañana una última resaca te obligue a terminar, ahora dulce niña, duerme en mis brazos, cuidaré que llegues a tu casa y arroparé tu pesadilla, no, no, no, no intentes mantenerte despierta, el alcohol no puedes exiliarlo de tus venas.
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