Era ya Diciembre, del cielo caían suaves y pequeños copos de nieve sobre mi cabeza.
Yo me dirigía a mi casa después de trabajar en aquella fabrica de signos de preguntas y admiraciones, era un día común y corriente desde que decidí vivir en aquel edificio oscuros y sin ventanas, donde las únicas luces eran las velas que encendía a diario para admirar pausadamente mi eterna soledad.
Yo era el único habitante del edificio, nunca conocí a nadie capaz de construir su puerta allí, así que seguí subiendo las escaleras hasta el último piso, abrí la puerta y encendí una vela pues, cada vela para mi signficaba otro día monotno que hab´ñia terminado. Me descalce y empecé a caminar por aquel frío sin muebles y sin alegría, llegue a mi habitación la única en todo el edificio y me acosté mirando al techo mientras la vela moría consumida por su misma acción, así yo veía el mundo, lleno de personas que sin pensar actúan por su bien, y mientras una tela de mentiras se teje, el hombre vive feliz hasta que cae, pierde todo y solo le queda su vida, la vida que mas adelante se quita por acción de una cuerda o de un disparo, y así seguí meditando pensando en que habría mañana en el absurdo diario de mi vida hasta que la vela empezó a apagarse así calló la noche, así calló mi vida pues, se apagó al morir aquella vida. |