Mi cuerpo se desvanece como una ola en alta mar y se transforma en una simple entrega a las corrientes marinas que inundan la vida de agua. Siento que el tiempo, la distancia, el camino, siempre es el mismo y no veo la hora de partir. Yo, que siempre soñé con ver, escuchar e ir a todas las partes del universo, tan solo centro mis pensamientos en un único lugar.
Cierro los ojos, ni tansiquiera necesito concentrarme para visualizarlo: una avenida ancha, nueva, recién salido de la estación, recorro su lineal geometría de cuesta hasta alcanzar la esquina de la farmcia, paro un segundo para mirar en la tienda frente a esta a ver si hay algún par de botas de hombre, tampoco esta vez huvo suerte. giro la esquina y camino hacia el mercado, tan antiguo, tan nuevo, tan distinto y tan familiar a la vez. quizás pare esta vez a comprar tabaco en el estanco, pero que demonios, si ni es sueños puede uno dejar determinados vicios a dónde vamos a llegar. giro otra esquina, casi te siento, un par de tiendas, un parquing subterráneo... la nueva ciudad se reverencia ante la antigüedad, su suelo gris asfaltado de losas finas camina hacia la época en que la vida no valía mas que un par de monedas de plata y el pasado se me presenta majestuoso tras su verja uniendo el tiempo en un solo segundo. Sus finas proporciones, sus esveltas formas que parecen querer acariciar el cielo y terminan en racimos de uvas esculpidos en piedra me hacen recordar todo lo que el hombre ha ganado... o perdido.
No entro por el portal, en mis sueños vuelo, vuelo hasta pasar por encima del edificio, por supuesto llueve, desciendo por el patio interior y me cuelo por tu ventana como una gota de lluvia desesperada, de esas que caen en la luna del coche y el viento arrastra por todo el cristal. La satisfacción de los sueños cumplidos, ahí estás tu, duermes, te acaricio, el contacto de la piel hace estremecerse hasta el último centímetro de mi cuerpo. Lo que antes era prisa ahora se convierte en eterno, lo que antes era una mano mojada por la lluvia ahora es un escalofrío que me recorre, pero por dentro.
Y ahí estás tu. |