Nosotros no existimos. Somos pero no somos. Nacimos en una tierra que jamás nos perteneció, que no nos pertenece y que jamás nos pertenecerá. Vivimos en un terreno prestado, existiendo pero jamás viviendo. ¿Quiénes son los portadores del legado ancestral? Son los indígenas, los pueblos originarios, los que estaban aquí antes de que ellos llegaran. ¿Quiénes los portavoces de la nueva civilización? Son ellos, son los que de Europa llegaron a colonizar y arrasar estas tierras.
¿Entonces, qué somos nosotros? Somos los bastardos, los hijos de la violación de Europa a la antigua América. No tenemos derecho a reclamar esta tierra como la de nuestros ancestros, tampoco la conquistamos, sin embargo aquí estamos tomando lo que sabemos jamás ha sido nuestro.
Soy parte de la raza mestiza, bastarda, que aquí nació. He nacido para vivir una realidad prestada, fruto de los restos que desde el norte nos dan por lástima, fruto de los restos de las antiguas culturas que aquí existían. Nada tengo propio, no tengo un idioma, ni un nombre con significado, ni siquiera un lugar al que pueda llamar hogar sin sentir ese azote de remordimiento al sentirme usurpador. Soy un fantasma que vive sin estar vivo, que existe pero no es reconocido, soy uno de los despreciados por nuestro progenitor Europeo e ignorado por nuestra madre Americana. Soy uno de los hijos bastardos de América Latina.