cuando ella sufría por la no respuesta a la no mirada que enterraba el querer decir, en la carne dolorida...cansada...reventada, una melodía noctámbula entró por su puerta enlunada ...entró despacio, acomodándose en la silla coja desde donde indiferente, le sopló en el rostro recortado...agradecido. Nublada vida a segundos recorrió sentada. Balanceaba sus caderas al vaivén que el juego de la silla coja le permitía. Recordó el orgasmo de plata que la trastornó por no ser conseguido aquella tarde mil años lejana... Tres bocanadas de humo a los pulmones y sintiose presa del desmayo.
Lánguida noche escondida bajo la puerta enlunada, sobre la silla coja, mientras ruido mucho tras la puerta vecina recordabale lo solamente sola que estaba.

…nunca me faltes... tralalá… nunca me faltes…tralalá…

Los gatos hacían de las suyas en el tejado, el olor a orines repulsaba hasta a tus muertos. Decidió entrar la coja silla, su humanidad, sus puchos.
Lunamúsica entró en tanto coja silla acunó sus caderas y útero. Y simplemente en un acto enamorado sus dedos tejieron abecedarios en tinta y tinto sobre el papel



**continua en nipenanigloria... a leer.